La discriminación en el ambiente del fútbol es moneda corriente desde hace mucho tiempo, al punto que desde el 2000, la AFA y el Inadi lanzaron en conjunto una serie de medidas para intentar suprimirla, como la aplicación de

sanciones para cualquier club cuya hinchada incurra en actos de este tipo o una resolución que faculta a los árbitros a detener y hasta suspender partidos por esas situaciones.

Además, en agosto de 2008 se creó el Observatorio de la Discriminación en el Fútbol, "con el propósito de llevar

adelante acciones puntuales y más efectivas en un ámbito tan importante para la vida social y cultural del país", que luego se convirtió en el Observatorio de la Discriminación en el Deporte, organismo que originó el primer Plan Nacional para Erradicar la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo en el Fútbol en 2016.

"En el tiempo que llevo en la Argentina, las hinchadas contrarias siempre me insultan y los rivales también hacen gestos. No debería pasar pero es fútbol, a mí no me afecta ni me saca del partido. Todos quieren ganar y buscan que uno se enoje, sacar ventaja, pero después de los 90 minutos me abrazan", confió a NA el futbolista nigeriano Félix Orode, que tuvo un paso por la Primera División de San Lorenzo.

Y agregó: "No lo tomo como algo personal ni me caliento, ya sé que cada vez que voy a jugar voy a tener que enfrentar de todo de parte de las hinchadas y jugadores contrarios, más allá del racismo".

Sin embargo, a pesar de las leyes y los reglamentos, es una realidad que prácticamente desde la muerte del "Fútbol para Todos" no se detiene un partido por los cánticos racistas o xenófobos de una hinchada, en particular en los encuentros del ascenso, con una televisación que se fue tornando cada vez más "cerrada".