El mal clima rondaba al fútbol argentino tras las amenazas sufridas por el plantel de Gimnasia LP para que perdiera ante Boca (8 de noviembre) y de esta manera perjudicar al archirrival del lobo platense, Estudiantes. Denuncias por las apretadas a los jugadores, colegas de otros equipos que se solidarizaban, miembros del plantel profesional que no se sentían respaldados por su presidente. Pero la pelota seguía rodando. A la fecha siguiente, más precisamente el domingo 12, Independiente recibió a Racing en el estadio de la Doble Visera, el Rojo ganaba 2 a 0 y pasó esto:

Presionada por los hechos de violencia que eran moneda corriente en todas las categorías, la AFA, presidida por Julio Grondona, y el Comité Ejecutivo tomaron una medida drástica: a partir del 14 de noviembre se prohibía la concurrencia del público visitante a los estadios. Mientras tanto, el gobernador Felipe Solá, advertía que, si esto no daba los resultados deseados, la policía bonaerense no prestaría más servicios en las canchas. Y agregaba: “todavía hay dirigentes que son muy hipócritas, que hacen una cosa y dicen otra”.

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"No voy a cuestionar ahora las medidas que ha tomado la AFA porque espero que den resultado. Pero si no es así nosotros no pondremos un solo policía más en ningún estadio de la provincia de Buenos Aires", afirmaba el por entonces mandatario.

La vieja idea de Raúl Gámez, ex presidente de Vélez, se hacía realidad. En 2002 había manifestado que había que jugar solo con hinchas locales: “Se evitaría el cruce de las barras, se bajaría lo que se paga en operativos policiales, se ahorrarían los costos de los micros y volvería la familia a los estadios”, eran los argumentos que esgrimía el dirigente. Nada de eso pasó en la realidad.

"Se tomaron estas medidas porque había que parar un poco la violencia y conversar entre todos. Habrá que reunirse con las partes y ver cómo sigue esto", dijo Grondona. "Realizamos el pedido de derecho de admisión y ahora tomamos medidas provisorias hasta finalizar los campeonatos. Luego veremos cómo sigue todo. No sé qué pasará en el futuro", argumentó el máximo dirigente del fútbol argentino por aquellos años.

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“Hasta fin de año, los partidos de todas las categorías serán presenciados solamente por socios y abonados a plateas, de modo que no se venderán entradas hasta la finalización del torneo (15 de diciembre)”, estableció la AFA. Además, se advirtió que no se admitirían entradas de protocolo ni la incorporación de nuevos socios, que los clubes que incumplieran las normas podrían ser desafiliados, y se les sugirió a los protagonistas que “se abstengan de gestos y opiniones que puedan agravar el nivel de sensibilidad que resulta pública”. Esto se aplicaba a todas las categorías del fútbol argentino, aunque quedaron exentas las ligas del interior y los Torneos Argentinos A y B.

A tono con esto, el Comité Provincial de Seguridad Deportiva (CoProSeDe), entonces comandado por Gustavo Lugones, aseguraba que la Policía ya no custodiaría los micros de las barras, entre otras medidas.

Cuando ya se había jugado una fecha bajo la condición de la ausencia del público visitante, el 20 de noviembre el secretario adjunto de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), Sergio Marchi, elevó un pedido a la AFA para exigirle "seguridad" a sus afiliados, como así también que se permita el acceso de los hinchas visitantes, caso contrario, decretarían un paro. 

Marchi pidió protección para los jugadores, quienes expresaron su temor ante las constantes intimidaciones de las barras bravas. El exdefensor señaló que "hay un miedo generalizado, por eso exigimos seguridad antes, durante y después de los partidos, como así también en los entrenamientos".

Esto no lo esperaba Grondona. Tras la implementación de la medida, a la rebeldía de los jugadores se le sumó una manifestación de hinchas en la puerta de la AFA, el reclamo del gremio de la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDYC) y la disconformidad de muchos dirigentes. Por eso el martes 21 de noviembre, una semana después del anuncio, hubo marcha atrás y se levantó la prohibición. 

Nada cambió quince años después, los problemas no se solucionaron y, como decía el anillo de Grondona, todo pasa.


Las víctimas de la violencia en el fútbol

No hay datos oficiales sobre la cantidad de muertes por violencia en el fútbol. El único registro que existe lo realiza una fuente no oficial: la organización Salvemos al Fútbol. La primera muerte que tiene el registro -que se realiza en base a un monitoreo de medios- es de 1922. Según esta ONG, entre ese año y la actualidad se produjeron en el país 339 muertes como producto de hechos relacionados con la violencia en el fútbol; la mayoría de ellas se produjo en enfrentamientos fuera de los estadios, principalmente por internas dentro de las barras bravas.