Freud decía que, frente a las inevitables frustraciones producidas por la vida mediante pérdidas y fracasos, el sujeto tiene dos o tres caminos. Uno son satisfacciones sustitutivas por las cuales la renuncia a lo perdido puede realizarse en otro plano que sustituye fracaso por éxito. El segundo camino son distracciones poderosas, donde el sujeto niega parte de su realidad y se distrae con entusiasmo poderoso para anular o neutralizar el dolor y frustración por diversas causas. El tercer camino, el uso de drogas. Esto puede ser tanto recreativas como médicas, que cumplen una función parecida pero menos dañina.

En tanto, podríamos decir que, frente a la inseguridad nacional de poder realizar proyectos y consolidar valores con respecto al futuro, la inducción del significado del triunfo o la grandeza y el valor que se le atribuye a los ídolos del fútbol, da una alusión de alegría y poder que neutraliza cierta realidad en nuestro entorno, empobrecido en su plano económico, cultural y psíquico, aunque sea, transitoriamente.

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No es meramente la pobreza y el plato de comida sino el déficit de desarrollo educativo para estar actualizados en un mundo que crece técnicamente de forma inesperada. Se ha desarrollado la tecnología a tal punto que no se puede prever. Es el molde de la sociedad, nos vamos adaptando a ella. Luego, devienen los falsos valores; fanatismo por un jugador de fútbol que desfasa.

La idealización y la sobredimensión del valor tanto como la identificación del sujeto convergen en una unión nacional que alienta a la Argentina como jugadora de fútbol. Hay una alianza fraternal en pos de un éxito sobrevalorado. Se trata de valores relativos pues cada semana buscamos cierta compensación en el deporte.