Muchos relacionan al entrenador de Países Bajos, Louis van Gaal, con la historia de la vieja Holanda. Pero en realidad, Países Bajos juega muy diferente de lo que lo hacían la Naranja Mecánica de 1974 o el Ajax y el Barcelona de Johan Cruyff de la décadas del 80 y 90.

Aquel histórico 4-4-2 inicial holandés tenía como marca en el orillo la capacidad de sus jugadores para ocupar los espacios vacíos y para desempeñarse en diferentes posiciones. El planteo original, que después se rompía en mil pedazos, era con Jongbloed; Rijsbergern, Krol, Hann, Jansen; Suurbier, Van Hanegem, Neeskens, Cruyff; Rensenbrink y Rep. O sea, un 4-4-2 clásico.

El asunto era que aquella Holanda de Rinus Michels realizaba dos acciones que despedazaban los esquemas conocidos: el achique en la mitad de la cancha y el fútbol circular.

El primer aspecto era clave: todos salían disparados hacia el campo rival para dejar en posición adelantada a los delanteros, pero sin perder de vista al lanzador, a quien literalmente cazaban para evitar que pudiera hacer una jugada individual que los dejara mal parados.

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El segundo era más complicado y casi irrepetible. Los diez jugadores de campo se movían en círculos formados por tres o cuatro futbolistas. Una vez que algún jugador holandés se apoderaba de la pelota, sus compañeros giraban en torno al que la llevaba en círculos para acompañarlo y, al mismo tiempo, para desubicar a los marcadores. El efecto óptico al verlos jugar como espectadores era hipnótico y enfrentarlos, enloquecedor (esto me lo dijo Roberto Perfumo).

Los equipos de Cruyyf respondían a este concepto, pero no tenían la dinámica ni el talento de aquellos diez elegidos por Rinus en 1974. No era lo mismo, pero se mantenía la idea, el concepto del fútbol total.

El sistema Van Gaal, la idea del rival de la Argentina

Van Gaal, en cambio, juega más posicional. Tres defensores, cinco volantes y dos delanteros. El diferencial lo hace fundamentalmente por los costados, con Dumfries y Blind, quienes son dos pistones que machacan sobre las defensas rival y recuperan la pelota hasta la mitad de la cancha, es decir no van demasiado para atrás. Por lo menos eso hicieron hasta ahora. ¿Qué harán con Argentina? Es probable que no jueguen tan lanzados, elijan las oportunidades para atacar y, seguramente, no lo harán al mismo tiempo.

Países Bajos es un equipo práctico y organizado, con posiciones fijas y hasta bastante aburrido. Depende de manera excesiva de Memphis, un volante-delantero con un talento inmenso, pero con una fiaca fenomenal. De su inspiración dependen gran parte de las ambiciones ofensivas. Memphis es quien puede tener las llaves para abrir las puertas para que Dumfries, Blind, Gakpo, Klaassen y De Jong.

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Tal vez por esa orfandad de recursos y su capacidad para sorprender en las transiciones es la razón por la que regala la pelota y trata de llegar hasta el arco contrario de contra, en algo bastante parecido al “contragolpe ofensivo” que pregonaba en San Lorenzo y River el Bambino Veira.

Dice Van Gaal de su equipo: “Nací impregnado del ADN del Ajax, pero a medida que adquirí experiencia, cambié. Tenemos el ADN del Ajax con delanteros en las bandas y con la idea de atacar, pero ese ya no es el santo grial. Ahora jugamos 5-3-2 porque con los años aprendí a amar ese sistema. Se puede atacar y defender en bloque. Yo también creía que jugar 4-3-3 era la mejor manera, pero con la experiencia aprendí que el 5-3-2 es más equilibrado”.

La vieja Holanda arrastra la mochila de tres subcampeonatos (74, 78 y 10). Siempre le faltó cinco para el peso. Aún con equipos fantásticos. Países Bajos quiere revertir esa historia. Y en el camino está Argentina.