Nelson Zapata, experimentado maratonista de la época en la que solo los atletas competitivos

de alto rendimiento se animaban a salir a correr por las calles, dejó un vacío en el mundillo del atletismo de fondo, a los 82 años.

Los restos del corredor que había nacido un 16 de diciembre de 1937 fueron inhumados este viernes en el Cementerio de la Chacarita en presencia de amigos, ya que dejó un puñado de familiares lejanos en el más amplio sentido del término.

Zapata había debutado causando sorpresa en el rubro maratón porque en su primera carrera de 42 kilómetros, con 38 años, se subió al podio entrando en el segundo lugar, con tiempo de 2

horas 38 minutos. Eso equivale a un ritmo aproximado de 3 minutos 45 segundos por cada mil metros.

Buenos registros para la década del `70, cuando se iniciaba también Carlos José Orué, quien fuera bicampeón argentino de la especialidad, a quien dejó atrás en la ocasión citada.

Después fueron grandes amigos y compañeros en el Club El Tala, cuyos integrantes históricos ahora diseminados por toda la Argentina, enviaron su salutación en tan triste momento.

Ya en la tercera edad, la vista le fallaba e incluso el más reciente diagnóstico le anunciaba que se iba a apagar completamente, no obstante lo cual seguía "girando", un poco al trote, otro poco caminando, en la pista del Parque Avellaneda, siempre con su biotipo ideal, de corredor olímpico.

Orué, ahora historiador del atletismo así como entrenador, junto a sus amigos y sostenes principales como Adrián Milóc, Karina, Graciela, Rodolfo y señora -mas un cronista de la agencia NA- se dieron cita este viernes, a la hora del último y triste adiós.

En un espontáneo acto de despedida, Adrián, quien se considera un hijo o nieto de la vida de Zapata, pronunció sentidas palabras y entregó unas medallas que había encargado especialmente para un homenaje que no llegó a tiempo.

El corredor despedido se llevó la de oro con él.