La Selección argentina masculina de básquetbol volvió este jueves a perder en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en la reedición de la final del Mundial 2019 ante España, que lo superó con justicia por 81-71, y lo dejó obligado a superar en la última jornada al local Japón para clasificar a cuartos de final.

Incluso, no solo dependerá de lo que haga en ese encuentro, sino que también de lo que consiga República Checa en su duelo ante Estados Unidos (que debería ganarle al menos por 14 puntos), a partir de la diferencia de tantos que determinará a uno de los dos mejores terceros que avanzarán a la próxima instancia.

"El Alma", que venía de caer duramente ante Eslovenia (que hoy también derrotó a Japón), cerrará el grupo C el domingo a partir de la 1:40 ante Japón, dirigido por el argentino Julio Lamas.

"Hay una marcada línea ascendente, confío en que podamos mantener esto y vamos a tener otra oportunidad. Desde que empezó era a todo o nada, todos los partidos. Si nosotros continuamos en línea ascendente, podremos llegar a los cruces", indicó el capitán Luis Scola. 

"Hay que dar vuelta la página, hay que intentar hacer lo mejor posible contra Japón e intentar ganar. Lamas nos conoce, sabe cómo jugamos individual y colectivamente, tenemos que defender duro y atacar desde nuestra defensa para ganar como sea", afirmó el base cordobés Facundo Campazzo.

En el escenario actual, teniendo en cuenta a cada uno de los terceros de grupo, la tabla de los terceros es la siguiente: Alemania récord 1-1 y diferencia de -3 (181 puntos a favor, 184 en contra); República Checa récord 1-1 y diferencia de -14 (161 puntos a favor, 175 puntos en contra); y Argentina récord 0-2 y diferencia de -28 (171 puntos a favor, 199 puntos en contra).

Si Estados Unidos vence a República Checa por 14 o más puntos y Argentina vence a Japón, "El Alma" estará en la próxima ronda. Si se mete en cuartos, un sorteo definirá cuál será el rival nacional que saldrá de entre los tres líderes de grupo y el mejor segundo.

Pero para eso deberá mantener lo que fue el inicio del encuentro ante España, que hizo ilusionar con poder tomarse revancha de 2019: otra agresividad y buena defensa de presión, subiendo las líneas, para poner incómodo al rival lo hizo reencontrarse con buenas sensaciones.

El segundo cuarto resultó otro porque España reaccionó con su experiencia, oficio y calidad. Argentina, tras arrancar arriba 27-20, bajó el ritmo, dejó de pasarse la pelota y abusó del dribbling y el juego individual. En parte por la mejora defensiva del rival, que ajustó, subió su bloque y forzó esas situaciones de previsibilidad. Presionado el perímetro, el equipo nacional se quedó sin variantes.

Argentina se sostuvo en el inicio del tercer cuarto con su defensa, forzando pérdidas españolas pero sin poder volver a fluir en ataque. Se tornó más predecible y dependiente (del perímetro, sobre todo de los armadores) el ataque. Así fue unidimensional la ofensiva.

Laprovittola, el mejor, reapareció en el cierre del tercero, para que el equipo quedara a ocho puntos (61-53). España, manejado por un Rubio devastador (26 puntos) y con infinitas variantes, volvió a escaparse con su oficio (69-56) y Argentina empezó a pensar en la diferencia.

“No nos vayamos de partido, tenemos que empezar a pensar en ser uno de los mejores terceros”, les dijo el entrenador Hernández en un tiempo técnico, a falta cinco minutos. Y así lo entendieron hasta terminar abajo por 10, que mantiene la ilusión de clasificación.