Todo el entuerto comenzó cuando el defensor turco Merih Demiral festejó el segundo gol que convirtió en el partido ante Austria con un gesto que, para los argentinos resulta desconocido y hasta simpático pero que, para los europeos, tiene una connotación que no están dispuestos a pasar alto.

Primero vamos a contar quién es Demiral. El defensor turco es un trotamundos de 26 años que comenzó su carrera profesional en Portugal, con la camiseta de Alcanenense de la tercera división, en 2016. Antes de saltar al Sporting de Lisboa B, jugó 14 partidos en el Alcanenense, con apenas 18 años. Ya en el Lisboa B comenzó su rápido ascenso y, luego de un año y 29 partidos, subió al Sporting de Lisboa. Allí sólo pudo jugar un partido.

Ya harto de que no lo tuvieran en cuenta se fue a su país, en donde fichó para el Alayanspor, en el que se destacó en los 20 partidos que jugó. Pero su periplo no quedó ahí. En junio de 2018 firmó para el Sassuolo de Italia y un año después pasó a la Juventus. Como le ocurrió en toda su carrera, el ascenso a un grande de Europa le duró poco a Demiral y al año siguiente fue transferido al Atlanta, en donde estuvo dos años hasta recalar en el Al Ahli de Arabia Saudita, en que jugó 21 partidos y convirtió un gol.

Ese es el currículum de Demiral.

Ahora pasamos a los Lobos Grises, es decir a una organización racista y xenófoba de la ultraderecha nacionalista turca, que está ligada al Partido del Movimiento Nacional, fundado por Alparslan Türkes en 1961.

Para entender la raíz del conflicto hay que retroceder en el tiempo y entre algunos personajes de la historia.

¿Quién era Türke? Era un político nacido en Nicosia (Chipre británica) el 25 de noviembre de 1917. La ascendencia de Alparslan era turca, por lo que a los 15 años se fue a vivir a Estambul y se inscribió en el Liceo Militar. Se recibió y en 1938 arrancó con su carrera militar. Desde los 21 años y hasta los 28 se le perdió el rastro. En 1945 fue detenido y sometido a Consejo de Guerra junto a otros nacionalistas como Nihal Atsiz y Nejdet Sançar. Pasó 10 meses preso hasta que fue liberado y, en 1947, los cargos por los que había entrado a la cárcel fueron desestimados.

En 1960 reapareció en la escena pública como vocero del golpe de Estado del 27 de mayo, que terminó con el gobierno del primer ministro Adnan Menderes. Con los militares en el poder, asumió como Subsecretario del primer ministro de facto, Cemal Gürsel. Pero la tranquilidad duró poco, ya que a los pocos meses fue expulsado del gobierno junto a otros 13 funcionarios. En este caso fue por conspirar contra Gürsel.

Ya descubierto, Türkes partió al exilio y recién regresó tres años después y se unió al partido Republicano de la Nación de Aldeanos, del que fue elegido presidente en 1965. Y en 1969 el PRNA (CKMP, en turco) cambió su nombre a el de Partido de Acción Nacionalista (MHP) y Türkes, como presidente, también se convirtió en el líder de los Lobos Grises.

Türkes siguió haciendo Golpes de Estado, participando en diferentes gobiernos, entrando y saliendo de la cárcel durante años hasta que el 1987 fue elegido para el parlamento en representación de la provincia de Yozgar. Murió a los 79 años, el 4 de abril de 1997, y aún hoy es reconocido y llamado dentro de los Lobos Grises como Başbuğ, es decir “Líder” en turco.

Los Lobos Grises (Bozhurtlar en turco) no eran ni son nenes de pecho. Es la representación más rancia de la ultraderecha racista, xenófoba y que, en este caso, también tiene un brazo armado. El ala juvenil del MHP se ha ocupado por años de amenazar, hostigar y aterrorizar a los oponentes al partido, tanto en Turquía como en el exterior.

El nombre “lobos grises” viene de una antigua leyenda fundacional que narra que la loba-mujer Arsena salvó y condujo a los pueblos túrquicos hacia la libertad, previa a la adopción del Islam y desde las estepas de Asia Central. Cuando se dice “túrquicos” se hace referencia a habitantes de Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, Turquía, Uzbekistán y Tayikistán, además de otras regiones europeas y asiáticas diseminadas por Rusia, China, Irán, Chipre, Moldavia y Ucrania.

Dentro de los Lobos Grises funciona la Brigada Turca de la Venganza y el Ejército de Liberación de los Cautivos Turcos que a finales de la década del 70 y a comienzos de los 80 practicaron la violencia política en diferentes ciudades de Turquía con un sin número de atentados.

Se acusó a los Lobos Grises, entre otros asuntos, de la matanza de la minoría aleví en 1978 y Mahmet Ali Agca, que intentó asesinar a Juan Pablo II, era simpatizante de esta agrupación. En 1996 fueron responsabilizados por la muerte del periodista Kutli Adali y en 2004 impidieron con atentados la proyección de la película Ararat, de Atom Egoyan, que trataba sobe el genocidio armenio de 1915, un hecho que los Lobos Grises niegan.

Para redondear al perfil de la organización digamos que, en principio, los Lobos Grises se definían como anticomunistas y se los responsabilizaba del asesinato de ciudadanos armenios, de kurdos separatistas, de militantes de izquierda y de defensores de los derechos humanos.

Ya aclarado el asunto de qué son los Lobos Grises, regresemos al gesto de Demiral, quien después del segundo gol ante Austria unió sus dedos pulgar, mayor y anular (simulando el hocico de un lobo) y extendió el índice y el anular (para simbolizar las orejas del lobo).

Por ese gesto la UEFA abrió un expediente y el gobierno alemán citó al embajador turco para pedirle explicaciones. La ministra del interior de Alemania, Nancy Faeser, pidió a la UEFA que castigue al jugador. “Los símbolos de la ultraderecha extremista turca no tienen lugar en nuestros estadios. Utilizar al Campeonato Europeo como plataforma para el racismo es inaceptable”, dijo.

Demiral se quiso despegar de la cagada que se había mandado y declaró que solo se trataba de una expresión inocente de orgullo nacional y que “no hay ningún mensaje escondido o nada parecido”.

Otro jugador que se refirió al hecho fue Toni Kroos, que tildó al gesto de Demiral como “ofensivo” y “vergonzoso".

El gobierno de Recep Tayyip Erdogan reaccionó y emitió un comunicado: “Es inaceptable que la UEFA haya abierto una investigación disciplinaria contra nuestro futbolista Merih Demiral después del partido disputado contra la selección de Austria. La Organización Federal Alemana para la Protección de la Constitución, en septiembre de 2023, destaca que no todas las personas que hacen el signo del lobo gris pueden ser calificadas de extrema derecha y que el signo del ‘lobo gris’ no es un símbolo prohibido en Alemania. Las reacciones mostradas contra Demiral por las autoridades alemanas contienen xenofobia durante la celebración de una competición deportiva. Condenamos las reacciones políticamente motivadas ante el uso de un símbolo cultural de una manera que no apunta a nadie”, protestó el Ministerio de Asuntos Exteriores turco. Como dato digamos que del MHP forma parte de la coalición electoral que llevó a Erdogán a la presidencia el 28 de agosto de 2014 y apoyó la reforma constitucional de 2017.

La cuestión no está cerrada aún. Seguramente la saga tendrá otro capítulo el sábado a las 16 cuando, por los cuartos de final, se enfrenten Turquía y Países Bajos. Otra buena razón para prender el televisor y ver lo que será un gran partido de fútbol y, seguramente, otro escándalo de la política internacional.