Con una excelsa actuación de Kylian Mbappé, la Selección francesa clasificó a octavos de final del Mundial de Qatar 2022 y logró zafar de la maldición de los campeones vigentes eliminados en la primera ronda, algo que le había tocado sufrir en la edición de Corea-Japón 2002.

Pese a que antes del inicio del certamen el panorama no era alentador para Les Bleus, ya que las lesiones condicionaron el armado de la lista para el técnico Didier Deschamps, los galos ratificaron que son candidatos al título: con dos victorias consecutivas en el Grupo D (4-1 contra Australia y 2-1 ante Dinamarca), se convirtieron en los primeros clasificados a las instancias decisivas.

De esta manera, la Selección de Francia logró esquivar ese maleficio que recayó sobre varios de los combinados que quedaron en primera ronda tras haber logrado cuatro años antes alzar el preciado trofeo.

Esta teoría fue tomando fuerza en las últimas ediciones mundialistas, pero la primera vez que ocurrió fue en Brasil 1950: Italia, venía de ser bicampeón (logró el título en 1934 y 1938), acabó con sus ilusiones del tricampeonato en fase de grupos con Suecia y Paraguay, en un formato muy diferente del actual.

Leer: Francia le ganó a Dinamarca de la mano de Mbappé y se clasificó a los octavos del Mundial de Qatar 2022

La segunda vez fue en Inglaterra 1966, cuando Brasil, que también llegaba como bicampeón, en 1958 y 1962, se quedó fuera en los primeros tres partidos, en un grupo difícil para esa época: el Portugal de Eusebio, la dura Hungría y Bulgaria.

Pasaron 36 años para que esta "maldición" se cobrara una nueva víctima: en Corea-Japón 2002, Francia venía de obtener de local su primera estrella, pero se quedó afuera tras perder con Dinamarca y Senegal y empatar con Uruguay en el Grupo A, en el que ni siquiera marcó un gol.

El último que pudo esquivar el "maleficio" fue Brasil, en Alemania 2006, ya que en esa Copa del Mundo pasó el Grupo F como líder y puntaje ideal, aunque fue eliminado en cuartos de final por Francia por 1-0. Desde allí, la historia se repitió consecutivamente con Italia en 2010, España en 2014 y Alemania en 2018.

En tierras qataríes y con Mbappé como conductor y figura, los galos pisaron fuerte y aplastaron cualquier maldición que pudiera complicarlos.