Por Martín Perazzo

Se fue, pero vive

Ya no juega aunque siga gambeteando ingleses

Se fue convocando multitudes.

La magia quedo suspendida en el recuerdo. Los trucos de Diego fueron tatuados en todas las canchas.

Maradona, y sus contradicciones convenientes

Maradona, y las dificultades de vivir como un Mito.

Nació humilde, murió leyenda. El Diego, y su arenga, y su impronta, y su vida sin limites.

El Bosque fue el último que crujió, Tripas Corazón en su vuelta.

Se fue trabajando de entrenador, aunque a nadie le importaba como dirigía. Haber sido el mejor jugador del mundo relativiza todo lo demás.

La Plata fue la ultima Estación que arribo para darse cuenta que la gente todavía lo amaba.

Partió Diego, Pelusa, el hijo de Doña Tota y Don Diego, el padre de Dalma, Gianinna y una lista indefinida de hijos misericordiosos que fueron perdonando los desarreglos de la lujuria maradoniana.

Partió Diego, ya se había reencontrado en cada Estadio con los feligreses de su pueblo.

Ya había resucitado entre los muertos.

Ya había vuelto a pisar la gramilla, a estar cerca de la pelota, el único antídoto a los químicos que lo contaminaron sin tregua.

Me resisto a recordarlo caminando lento, disimulando la renguera, tomado del brazo de cualquier custodio, balbuceando incoherencias.

Quiero recordarlo pleno, dibujando eternidades, haciendo goles insuperables, dejando a Burruchaga mano a mano con la gloria, conquistando el mundo con los cordones desatados, los rulos al viento y su pecho inflado de gol.

Doña Tota ya había preparado el mate.

Don Diego lo esperaba con el fuego prendido y la picada lista.

Emocionado Diego, lagrimeo dormido. Lo envolvió el sueño del recuerdo, respiro por ultima vez y partió al encuentro de sus viejos.

Se fue el futbolista mas emblemático de todos los tiempos.

D10S todo poderoso, aquí en la tierra, como en el cielo.