Por Alejandro Esteban Bidondo (versión abreviada).

El formidable atleta bonaerense Braian Toledo, a quien llora el deporte argentino este jueves de verano, explicaba que siempre antes de lanzar la jabalina miraba alto y lejos, allá donde el foco más alto del estadio se confundía con el cielo.

Jamás los periodistas que ahora peinan canas y que tuvieron el gusto de conocer a aquel tímido estudiante secundario allá por 2010 habrían imaginado que iban a tener que escribir su necrológica.

La sensación de incredulidad es lo que predomina en todos: los deportistas famosos que le dan su despedida en la medida que se van enterando de lo ocurrido, los periodistas que tuvieron la oportunidad de conversar con él y cualquier padre de un chico de su edad, apenas 26 años.

Braian Toledo comenzó siendo un proyecto de atleta -con grandes marcas desde el vamos- que se expresaba fundamentalmente a través de su "profe" de la secundaria, Gustavo Osorio, su primer entrenador y se convirtió en el atleta carismático que llegó a ganar la simpatía de Cristina Fernández de Kirchner y Yelena Isinbayeva, nada menos.

Comenzó a progresar en el atletismo viajando en moto desde Marcos Paz a Núñez con su entrenador y terminó sufriendo un accidente en idéntico rodado cuando en lo mejor de la vida se se proyectaba como un profesional del marketing y la publicidad digital.

Braian Toledo había nacido el 8 de septiembre de 1993 y perdió trágicamente la vida un 27 de febrero, de este 2020, pero tuvo tiempo de dejar un nombre y un legado como otros grandes que se fueron "antes de tiempo", acaso un destino parecido al de Agustín Magaldi y Carlos Gardel, por citar al azar dos astros de la música nacional.