El boxeo es un deporte hermoso, injusto y sospechoso. El empate de la pelea por el título mundial súper welter de todos los cinturones entre Jermell Charlo y Brian Castaño el pasado sábado en San Antonio Texas, puso en superficie la indignación de gran parte de la afición y la prensa del deporte, que en su totalidad coincide en haber visto ganar al boxeador argentino, por poco, o mucho, pero ganar al fin.

El estadounidense Weisfeld fue el único jurado que lo vio ganar por apenas un punto (114-113); su compatriota Cheatham falló empate (114-114), mientras que el inefable portorriqueño Nelson Vázquez arruinó una noche boxística llena de pasión y adrenalina con un inolvidable 117-111 en favor de Charlo, en una tarjeta que no tiene atenuante alguno, ni siquiera en el elástico eufemismo de los puristas del boxeo que viven señalando que es un deporte de apreciación. Es imposible aceptar que una mirada neutral pueda haber visto ganar a Charlo por 6 puntos, salvo que se haya equivocado de boxeador.

Estos resultados indignos e injustos, provocan la desvalorización de los cinturones y a su vez jerarquizan la reputación de los boxeador perjudicados. Hoy Jermell Charlo decreció deportivamente, por más que no haya perdido sus 3 cinturones. Mientras que Castaño se metió en la envidiable lista de los mejores libra por libra del mundo.

El lunes post pelea, la gente que acompañó masivamente la transmisión de tevé en la Argentina todavía habla del ‘robo’ a Castaño, por más que el pequeño gueto del boxeo se alarme cuando se habla de robo. No entiendo porque se ponen colorados, si las cosas pasan, se llaman por su nombre, y la tarjeta de 6 puntos para Charlo del juez Vázquez existió para tejer un hurto deportivo sin explicación posible.

El abucheo general en San Antonio, luego del fallo que anunció Jimmy Lennon Jr, mostró una vez más que el público de boxeo es diferente a todos. No pide beneficios ni festeja la injusticia como en el fútbol. La gente del boxeo en general quiere fallos justos. Ganó Castaño por lo menos 7 rounds, aunque en los últimos 3 no haya podido cerrar la pelea como el pretendía para ganarla por un amplio margen. El resto es sarasa de los interpretes.

El sábado hubo un atraco sin grandes consecuencias para los protagonistas (ambos se quedaron con sus cinturones), pero con mucho desencanto en los espectadores comunes, varios de ellos nómades que alimentan la industria del boxeo y que todavía se arriman a las grandes peleas, hasta que las sospechas e injusticias (como la tarjeta de Vázquez) los terminen de alejar.