Por Diego Provenzano

Un reflejo de la primera ventana fueron éstos dos partidos de la Selección argentina, un equipo utilitario, que se amolda a su rival y que desde las ganas de pertenecer de sus jóvenes valores, construye un interesante enfoque a futuro.

Y esto puede encuadrarse en Nicolás González, sin dudas el nombre y el hombre que mejor rindió en el análisis global ante Paraguay y Perú.

Goles en ambos partidos, su improvisación (utilidad) como lateral izquierdo el jueves en "La Bombonera" y su versatilidad para ocupar diferentes roles en Lima.

Contra Perú, la banda izquierda de la Selección argentina fue el punto más alto, porque González elegía el momento para transformarse en un doble delantero con Lautaro Martínez, le abría el espacio a Lo Celso, que liberaba el carril para Tagliafico.

Se repitió una y otra vez esa jugada, como en el primer gol, obra de González.

Tal como ocurrió frente a Bolivia, de visitante se vio la mejor versión albiceleste, quizás como si el poco ensamble para el primer partido de la serie fuera un condicionante.

Pero a Scaloni, si algo hay que destacarle por encima de las aptitudes técnicas, es que desde un primer momento sostuvo la gestación del grupo, bajó el nivel de conflictos internos- externos y banca la columna vertebral con Armani-Otamendi- Paredes-Messi-Lautaro Martínez.

Porque no hay que olvidarse de eso, pese a que Scaloni tiene dos años como entrenador de la Selección, Argentina es un equipo en formación.

Eso se evidenció ante dos equipos que lo esperaron y se cerraron defensivamente en Buenos Aires, donde le faltó volumen de juego y desequilibrio; y otros dos diferentes, donde aprovechó las ventajas que le dieron.

La Messi dependencia también salió del formulario de análisis habitual para la Selección, para entender que este equipo quiere jugar con él y no para él.

Se viene en marzo el examen más difícil que podría tener Argentina, para determinar dónde está, pensar en la Copa América y seguir alimentando su ilusión.