Almirón, el menos pensado para Boca
La elección del entrenador pone a Riquelme en situación de riesgo.
Con el macrismo acechando a sus espaldas, Juan Román Riquelme tomó una decisión de riesgo al contratar a Jorge Almirón como entrenador de Boca. Recordemos que en diciembre habrá elecciones en Boca y, más allá de que todavía mantiene una holgada diferencia con sus rivales políticos en las encuestas, una buena o mala campaña puede incidir en el resultado de los comicios, más aún con el ex presidente Mauricio Macri involucrado directamente en la competencia.
Almirón es un DT que hace cinco años era una de las figuritas difíciles del fútbol ya que parecía que todo lo que tocaba lo convertía en oro. Pero en los últimos tiempos esa tendencia se revirtió y parece ser que todo lo que roza Almirón se transforma en barro.
Con solo repasar los números de sus últimos equipos, veremos que las cosas no le andan sobre rieles al entrenador: en San Lorenzo, ganó 4, empató 14 y perdió 7; en Al Shabab, su tabulada fue de 8/4/4; en Elche –en dos etapas–, 10/20/23; en Lanús, 8/11/19 y en Boca 1/0/2. En números globales, jugó 126 partidos, ganó 31, empató 49 y perdió 46, con un promedio de eficacia de 37,5 por ciento.
¿Por qué Riquelme trajo a este Almirón tan cascoteado? No tengo muchas explicaciones, aunque sí algunas sospechas. Necesitaba un entrenador con espaldas, pero tampoco a alguien que no tuviera la cintura para conversar, acordar y ceder. Almirón, en este presente, posee el conocimiento para enderezar el barco pero al mismo tiempo sufre la endeblez justa como para ser permeable a los deseos del Consejo de Fútbol, algo que por el modus operandi de Riquelme ya quedó claro que es una condición híper necesaria para ser el DT del club.
¿Está mal que el Consejo opine activamente? No. Para nada. A contrapelo de lo que opinan la mayoría de los periodistas deportivos –muchos de ellos embarcados en una campaña anti Riquelme–, es importante que el Consejo de Fútbol se involucre, especialmente si está en juego gran parte del capital del club. ¿O ustedes creen que en River no hay reuniones permanentes entre Demichelis, Francescoli y los encargados del área fútbol? Pasa en todos los clubes. Lo que también ocurre es que en Boca hay una campaña desembozada para esmerilar a Riquelme y propiciar el regreso del macrismo al manejo del club.
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El triunfo ante Deportivo Pereira va a tranquilizar un poco los ánimos por lo menos hasta el próximo partido. La forma en que se consiguió transformó la hostilidad del público en felicidad. Pero el camino será arduo. Porque no le vemos a Almirón uñas de guitarrero. Y porque Boca está frente a una encrucijada que puede decidir su futuro político para la próxima década. Porque si Riquelme gana las próximas elecciones, eyectará al macrismo definitivamente del club. Pero si pierde, el riesgo de ver a Boca convertido en Sociedad Anónima está mucho más cercano de lo que muchos se pueden imaginar.