A 30 años de la única victoria Argentina sobre Brasil en un Mundial
Aquel partido tiene recuerdos particulares, como la historia del bidón con agua que tomó Branco y la charla del entretiempo de Carlos Salvador Bilardo.
Más allá del dato estadístico duro que marca que fue la única victoria de la Selección argentina sobre Brasil en un Mundial mayor de fútbol, aquel partido de los octavos de final de Italia 1990, del que mañana se cumplen 30 años, es uno de los más recordados (y festejados) por los hinchas albicelestes.
El 1-0 en el (ahora demolido) estadio "Delle Alpi" de Torino, con el gol creado por Diego Armando Maradona y ejecutado por Claudio Paul Caniggia, sigue presente en los fanáticos de Argentina, que lo incluyeron en uno de sus temas predilectos durante el Mundial de Brasil 2014.
"Que el Diego los gambeteó, el Cani los vacunó, están llorando desde Italia hasta hoy", rezaba la canción más popular de la marea albiceleste que acompañó en los siete partidos a la Selección finalista, dirigida por Alejandro Sabella.
Es que aquel partido significó un click para un equipo que llegó como campeón del mundo a Italia 90, pero sufrió para sortear la primera fase como uno de los mejores terceros, tras la derrota frente a Camerún, la victoria sobre la Unión Soviética y el empate contra Rumania.
Así, en los octavos, la "suerte" hizo que se cruzara con Brasil, ganador de su grupo, y que hasta ese momento, en enfrentamientos mundialista, era una "bestia negra" para la Selección argentina.
Es que, en tres partidos, la albiceleste le había arrancado apenas un empate: 1-2 en la segunda fase de Alemania 74; 0-0 en la segunda fase de Argentina 78; y el 1-3 de la segunda fase de España 82.
Pero al margen de esa jugada definitoria, aquel partido tiene recuerdos particulares por la suerte que acompañó a Argentina en el primer tiempo, la historia del bidón con agua que tomó Branco y la charla del entretiempo de Carlos Salvador Bilardo.
Argentina salió a la cancha con Sergio Goycochea; Pedro Monzón, Juan Simón y Oscar Ruggeri; José Basualdo, Pedro Troglio (reemplazado en la segunda etapa por Gabriel Calderón), Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga y Julio Olarticoechea; Maradona y Caniggia.
Brasil, en tanto, alineó a Taffarel; Ricardo Rocha, Mauro Galvao y Ricardo Gomes; Jorginho, Dunga, Alemao, Valdo y Branco; Müller y Careca.
El primer tiempo fue un verdadero monólogo de la "verdeamarelha", dirigida por Sebastián Lazaroni, que desbordó por donde quiso, "cascoteó" a Sergio Goycochea y tuvo a los palos y el travesaño en su contra.
Pero antes del final de la etapa inicial, hubo un hecho que todavía se rememora: Diego Maradona quedó tendido por una falta, los auxiliares de Argentina entraron y todos los jugadores se acercaron a refrescarse por el intenso calor que hacía.
"Nunca sufrí tanto en una cancha como en ese partido. No podíamos cruzar la mitad de la cancha. Ellos llegaban siempre antes que nosotros, que escuchábamos, pim, pum, ruido de palo, de travesaño, Goyco iba de acá para allá. El único que no llegaba era Branco. En la barrera me miraba y me decía: «Diego, vos tenés la culpa». Cuando algunos fueron a tomar agua, casi la toma Olarticoechea. Yo le dije: «¡No, Vasco, no!». En cambio a Valdo le decía: «Andá, Valdito, tomá que hace un calor bárbaro». Se dieron cuenta, pero Branco se la tomó toda, pateaba los tiros libres y se caía, veía nublado. Alguien picó un tranquilizante en el bidón y se pudrió todo", confesó Maradona, años después.
La otra historia mínima del partido fue el vestuario argentino en el entretiempo, cuando Bilardo -cuenta la leyenda- estuvo catorce minutos en silencio, caminando en círculos, y cuando sonó la chicharra para volver al campo de juego sólo dijo una frase: "Si se la seguimos dando a los de amarillo, vamos a perder".
Al parecer, esa frase sirvió, porque en el complemento Argentina mejoró un poco y salió del asedio, aunque Brasil mantuvo su determinación para quedarse con el triunfo.
Las estadísticas, de hecho, reflejaron lo que fue la superioridad "verdeamarelha" en casi todas las facetas del juego: tuvo mayor posesión (61% a 39%), lo dobló en remates al arco (13 a 6), dio más pases (350 a 217), en los que fue mucho más preciso (83,9% a 77,8%) y hasta ganaron más duelos individuales (55% a 44%).
El resto fue uno de los goles más gritados de Argentina en la historia de los Mundiales, a seis minutos del final, lo que provocó el festejo alocado y la transformación de un equipo al que solo pudieron arrebatarle el título con un polémico penal.