Nacida el 7 de abril de1890 en el seno de una familia aristócrata, a lo largo de su carrera como escritora, periodista, traductora, editora, intelectual y filántropa, entre otras cosas, Victoria Ocampo contó con muchas facilidades por su posición social y su buen pasar económico, pero en el ámbito intelectual corría con desventajas por el simple hecho de ser mujer.

No estaba de acuerdo con el rol al que estaba destinada por los mandatos sociales. No quería limitar su existencia a acompañar a un hombre ni dejar de lado sus intereses e inquietudes. Por eso, dedicó gran parte de su vida y obra a la lucha por los derechos de la mujer, el voto femenino y la defensa de la interrupción voluntaria del embarazo. Pero no se limitó a pelear por sus ideales solo en su tierra, sino que por fuera de las fronteras de la Argentina, sobre todo en Europa, donde pasó gran parte de su vida, también lo hizo.

Sin ir más lejos, en la década del 30, durante una gira por el Viejo Continente para dar una serie de conferencias en universidades italianas, conoció a Benito Mussolini, con quien no comulgaba a nivel político, pero sentía la curiosidad de conocer qué lugar le daban a las mujeres en su régimen. “En 1934 fuimos invitados con Eduardo Mallea a dar una serie de conferencias por Italia. Mussolini estaba en la cima de la popularidad. Yo les aclaré que no era afín a las ideas fascistas, pero nos entrevistamos igual”, inmortalizó en su ensayo "La historia viva" (1936).

Le realicé una serie de preguntas con respecto a la posición de la mujer en el estado fascista. Mussolini me dijo que el primer deber de la mujer era el de dar hijos al Estado, a lo que le pregunté: '¿Pero podría la mujer colaborar de otra manera con el hombre?'. 'No', respondió Mussolini”, agregó y manifestó su temor de que el Duce llevara a Italia a la guerra e hiciera que las mujeres “tuvieran que parir hijos para la muerte”.

Y años más tarde, en diálogo con el periodista Roberto Alifano, dio detalles de su reacción. “Yo creo que Mussolini era un machista que pensaba que la mujer es inferior al hombre, y que no debía actuar en política ni meterse en filosofía, ni en música, ni en arquitectura, ni en literatura, porque no las entendía. Un disparate total, se imagina cómo me puse yo. Me salí de las casillas. Tuve ganas de levantarme y mandarme a mudar. Había llevado para obsequiarle un ejemplar de mi primer libro, que me publicó don José Ortega y Gasset, y se titula 'De Francesca a Beatrice'; que, unos minutos antes me atreví a mostrarle tímidamente al Duce, pero me dio tanta indignación que decidí no entregárselo; él ya lo había visto y me lo arrebató de mis manos”, recordó.

Victoria Ocampo, su entrevista a Benito Mussolini y el socorro a su amante
Benito Mussolini y Margherita Sarfatti.

Un detalle no menor es que la intermediaria de aquel encuentro fue nada menos que Margherita Sarfatti, una escritora, intelectual y crítica de arte italiana de origen judío que fue la biógrafa y amante del dictador. Y cinco años más tarde, luego de que Italia adoptara las leyes raciales, basadas en el nazismo, tuvo que huir de Europa para escapar del régimen al que tanto había defendido.

“Fuimos muy amigas. Ella luego, cuando empezó la persecución, por su origen hebreo se fue de Italia y se exilió en Montevideo. Yo entonces la invité a venir a Buenos Aires para dar unas conferencias. Fue huésped mía durante bastante tiempo. Una gran mujer, cultísima, exquisita y también gran estudiosa de la "Divina Comedia" como yo. Con Margherita nos entendíamos muy bien; a través de ella yo conocí muchas cosas indignas y secretas del fascismo”, señaló Ocampo, quien en 1936 fundó la Unión Argentina de Mujeres para abogar por los derechos de las mujeres y, entre otros hechos destacados, le dio visibilidad a las mujeres que buscaban abrirse camino en el ámbito intelectual y cultural de la mano de la revista Sur.