- ¿Por qué crees que la gente joven sigue viniendo a Nueva York? ¿Qué crees que hay aquí?

- Nueva York, eso es lo que hay.

Martin Scorsese es el que pregunta, Fran Lebowitz es la que responde y la Gran Manzana es el escenario de la miniserie que acaba de estrenar Netflix. "Supongamos que Nueva York es una ciudad" es un viaje a la esencia de la urbe más cosmopolita del mundo a través de la visión y la experiencia de una escritora y humorista que vive allí desde hace medio siglo, y del lente de uno de los directores más importantes de la historia del cine, que supo retratar como pocos a la ciudad en varias de sus películas.

Los siete capítulos de la miniserie son prácticamente un monólogo de Lebowitz, dinámico, lúcido y divertido, que se balancea entre el stand up y el reportaje. Por momentos ella es entrevistada por Scorsese frente a una audiencia, o a solas en un bar, o mientras camina sobre una inmensa maqueta de Manhattan. Pero también se mezcla material de archivo de distintas épocas en las que Lebowitz mantiene diálogos con Alec Baldwin, Spike Lee, Oivia Wilde, David Letterman y la escritora Toni Morrison. No importa quién sea su interlocutor o cuándo ocurrió la charla, Lebowitz siempre tiene una respuesta mordaz o un comentario sarcástico para hablar de arte o describir algún aspecto de la ciudad que ama y odia, y de sus habitantes y turistas, a los que decididamente odia.

 
 
Lebowitz maneja un nivel de neurosis similar al de Woody Allen, algo que al parecer estar emparentado con el talento neoyorquino. Sus frases y respuestas están cargadas de ocurrencias y humor, a tal punto que el director de "Taxi Dirver" y "El irlandés" se desarma en carcajadas de lo más contagiosas. A veces Lebowitz sigue hablando en off mientras aparece caminando por Nueva York. Así se suceden imágenes del Empire States, el Toro de Wall Street, el Central Park, Times Square, el Chrysler, el Flatiron, la Biblioteca, el Lincoln Center, el Barrio Chino. Muestran las placas en las veredas, que según ella nadie se detiene a ver, el tránsito espeso en la superficie y el subte, con sus múltiples ramificaciones, que se extiende por debajo como la raíz de la ciudad.

"Nadie puede -sostiene- permitirse vivir en Nueva York, pero ocho millones lo hacen. Es un misterio. Es tan difícil vivir aquí que, cuando te preguntan cómo lo haces, no podes responder. Pero desprecias a quien no tiene agallas para hacerlo".

Scorsese también recurre a otro tipo de material de archivo para ilustrar ciertas partes del relato y entonces aparecen los New York Dolls tocando en vivo; escenas de un olvidado documental sobre Marvin Gaye; Charles Mingus con su contrabajo en uno de los clubes de jazz de la ciudad, y un diálogo apasionante entre dos genios de la música como Duke Ellington y Leonard Bernstein.

Lebowitz reconoce que Nueva York cambió mucho y es muy crítica de eso. No puede comprender como una ciudad que deslumbró al mundo con sus rascacielos pasó a copiar las torres que se construyen en los países del Golfo. Rememora con nostalgia los años en que todos leían el diario en los cafés, en el subte, en las esquinas, y le molesta ver a la gente absorbida por sus propios teléfonos. La escritora añora la época en que se podía fumar en los bares. "¿Sabes cómo se llama cuando los artistas están en un bar hablando, bebiendo y fumando juntos? Se llama historia del arte. Si Picasso hubiese tenido que levantarse para salir a fumar se habría perdido algo", se queja.

Su historia cambió en la década del setenta. Se crío en el seno de una familia judía de Nueva Jersey y en 1969 se fue a vivir a Nueva York. Y nunca más se fue. Manejó un taxi -"solo éramos dos mujeres choferes en esa época", asegura- y limpió casas porque le parecía un mejor trabajo que ser camarera, porque no tenía que acostarse con los encargados de los restaurantes, hasta que tuvo su gran oportunidad con la escritura. Empezó colaborando en pequeñas publicaciones y un día Andy Warhol le dio la oportunidad de escribir en la prestigiosa Interview. En 1978 editó su primer libro, "Metroploitan Life" y luego vendrían varios más. También tuvo algunos cameos en cine y tevé como en la serie "Law & Order" o la película del propio Scorsese, "El Lobo de Wall Street", en la que interpreta a la jueza que condena al personaje que encarna Leonardo Di Caprio.

Lectora voraz, fumadora compulsiva, quejosa por naturaleza, amante de las fiestas, feminista y conversadora serial, con esta miniserie de Netflix Lebowitz se convierte en una verdadera guía orgánica de la ciudad más imponente del mundo y eso es porque, como bien dice, "en Nueva York hay millones de personas y la única que mira hacia dónde va soy yo".