Sarah Vaughan, la reina sin corona
La cantante oriunda de Nueva Jersey se convirtió en una de las voces más influyentes de la historia del jazz. A lo largo de su carrera cantó con los músicos más influyentes y dejó una catarata de éxitos.
Un concurso fue el disparador de la carrera de Sarah Vaughan. Nacida en Nueva Jersey el 27 de marzo de 1924, había heredado su pasión por la música de su mamá, que cantaba en el coro de la iglesia y ahí fue donde dio sus primeros pasos como cantante. Luego llegaron las lecciones de piano a los 18 años se animó a participar del Apollo Theater Amateur Night, primero como acompañante de su amiga Doris Robinson y luego como cantante solista, cuando interpretó "Body and Soul" y se consagró como ganadora.
El premio consistía en apenas 10 dólares y una semana de presentaciones en el teatro, pero eso solo le bastó para llamar la atención de Billy Eckstine, quien ese momento se desempeñaba como vocalista de la big band de Earl Hines, y la invitó a sumarse como cantante y segunda pianista de la orquesta.
Eckstine, además de su descubridor, se convertiría en su gran amigo y en el cómplice perfecto para abrirse camino en el ambiente del jazz, en el que se convirtió en la reina del bebop, un estilo que surgió en los años cuarenta cuyos primeros instrumentistas fueron Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Max Roach, Bud Powell y Thelonious Monk, y así logró diferenciarse de otras grandes exponentes femeninas como Ella Fitzgerald y Billie Holiday.
En 1945, Vaughan grabó "Lover Man", considerada una obra maestra acompañada por Gillespie y Parker con Al Haig en el piano, Curly Russell en contrabajo y Sid Catlett en la batería. Fue entonces cuando su carrera comenzó a levantar vuelo.
Ya para la década del cincuenta se había ganado el mote de Sassy y The Divine One, posicionándose como una de las grandes referentes femeninas del género y ya contaba con un puñado de éxitos entre los que se destacaban "That Lucky Old Sun", "Make Believe (You Are Glad When You're Sorry)", "I'm Crazy to Love You", "Our Very Own", "I Love the Guy", "Thinking of You", "I Cried for You", "These Things I Offer You", "Vanity", "I Ran All the Way Home", "Saint or Sinner", "My Tormented Heart" y "Time", que fueron acompañados por algunos premios, los elogios de los críticos y presentaciones en los mejores clubes estadounidenses.
El éxito en su tierra no tardó en replicarse en todo el mundo, no solo por sus conocimientos musicales, la potencia de su voz y su presencia sobre el escenario, sino por las emociones que volcaba en sus interpretaciones y la intrepidez que la caracterizó desde sus inicios para revelarse a lo establecido y probar con sonidos revolucionarios para la época.
Pero más allá de todas sus cualidades, los altibajos se hicieron presentes en su camino como artista y llegó un punto en el que dejó de representar una novedad para pasar a ser un clásico, algo que tiene sus beneficios pero también sus desventajas. Además, el jazz fue perdiendo popularidad. Y aunque Vaughan no dejó de cantar en ningún momento, se animó a fusionar su estilo con el pop y sonidos latinos. Y con canciones como “Make Yourself Comfortable”, “Whatever Lola Wants”, “Mr. Wonderful”, “Broken Hearted Melody”, “Smooth Operator” o “After Hours” volvió a potenciar su popularidad, que logró su máxima explosión en los setenta, a pesar de que estuvo tres años sin grabar por un conflicto contractual.
La década del ochenta continuó con muchos compromisos en vivo y en el estudio, pero en 1989, Sarah Vaughan, que había sido una gran fumadora, fue diagnosticada con cáncer de pulmón y se vio obligada a interrumpir su carrera para enfocarse en su tratamiento y recuperación. Finalmente, murió el 3 de abril de 1990. Y a más de 30 años de su desaparición física, su voz la sobrevive y sus canciones más famosas - “Broken Hearted Melody”, “Black Coffee”, “How Important Can It Be?”, “It's Magic”, “Moonlight in Vermont”, “Nature Boy”, “Never in a Million Years” y “Whatever Lola Wants”- dejaron una huella en la historia del jazz, del bebop y del despliegue de las mujeres en una industria manejada por hombres.