Por Belén Canonico

María Callas es considerada la cantante de ópera más importante del Siglo XX. Destacada no solo por su talento como soprano y su amplio registro vocal, sino por su gran habilidad interpretativa que la llevó a ser una verdadera estrella. Nacida en Nueva York el 2 de diciembre de 1923, siempre fue consciente de sus habilidades y no dudó en mentir para comenzar su formación en el Conservatorio Nacional de Atenas, alegando que tenía los 16 años mínimos que requería la institución.

Allí estudió con la soprano Maria Trivella y se interiorizó en el bel canto con Elvira Hidalgo. Este canto tradicional italiano la llevó a resaltar de inmediato en el ambiente de la ópera y en febrero de 1942 hizo su gran debut en el Teatro Lírico Nacional de Atenas con la opereta Boccaccio, que representaría el inicio de su recorrido al éxito.

Sin embargo, no tenía el camino despejado. En la misma época dio sus primeros pasos Renata Tebaldi, una figura reconocida por los amantes de la ópera, que también era soprano y aunque tenía un repertorio distinto y un registro más limitado, representaba una amenaza para Callas.

Ambas, jóvenes, talentosas y bellas fueron las protagonistas perfectas de un enfrentamiento que generaron los medios pero que ellas mismas asumieron hasta el final. Callas era la perfección sobre el escenario, pero abajo era problemática, poco afable, egocéntrica y protagonizó todo tipo de escándalos, motivo por el que se ganó el mote de “Tigresa”. Mientras que Tebaldi, de un perfil mucho más bajo, se caracterizaba por su dulzura y fue bautizada como “La voz de ángel”.

A pesar de que tenían más similitudes que diferencias, todo lo que las apartaba fueron los ingredientes perfectos para crear un verdadero culebrón. Y las mujeres no se quedaron atrás. Al punto de que Callas, en una entrevista llegó a decir que no se podía comparar al champagne con un Coca-Cola y acusó a su rival de haber utilizado un infarto que sufrió su madre para suspender una función en el Met, tildándola así de poco profesional. Y fiel al papel que le tocó cumplir en esta historia, Tebaldi le respondió que le faltaba corazón y el que champagne se echa a perder con facilidad.

Estas diferencias las volvían aún más atractivas para el público y las llevaba a llenar teatros donde quiera que se presentaran. Lo cierto es que más allá de los intensas entredichos mediáticos, ninguna podía negar el talento de la otra. “Admiraba el tono de Tebaldi, es hermoso, también algunos fraseos hermosos. A veces quisiera tener su voz”, llegó a decir Callas.

Mientras que la artista nacida en Pesero, Italia, el 1 de febrero de 1922 no se podía resistir a las avasallantes interpretaciones de Maria, que en su periodo de mayor esplendor fueron inigualables, pero que perdieron fuerza a raíz de sus problemas con los excesos y escándalos amorosos que la tuvieron en el ojo de la tormenta.

Callas murió 16 de septiembre de 1977 a los 53 años a raíz de una crisis cardíaca. En cambio Tebaldi vivió hasta el 19 de diciembre de 2004, cuando falleció tras padecer una larga enfermedad. Y hasta en su final ambas tuvieron algo en común: murieron solas. Callas por el abandono de los grandes amores de su vida y sumida en una tristeza infinita tras la muerte de su hijo Alexander; mientras que el caso de Tebaldi se debió a sus propias elecciones, ya que nunca se casó ni quiso tener hijos.