Guillermo Kuitca en El ojo del arte: “Me cuesta compartir el espacio con mi obra”
El reconocido artista visitó los estudios de Radio Rivadavia y habló del presente, la exposición de su obra y contó jugosas anécdotas.
En un nuevo programa de El ojo del arte, el destacado artista argentino Guillermo Kuitca visitó el estudio de Radio Rivadavia para conversar sobre su vida, su trayectoria y la muestra Kuitca 86. De Nadie olvida nada hasta Siete Últimas Canciones, inaugurada en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Curada por Sonia Becce y Nancy Rojas, la exposición coincide con el 50º aniversario de la primera exhibición del artista, realizada en 1974 en la galería Lirolay, cuando tenía apenas 13 años.
Sobre su vínculo con las inauguraciones, Kuitca confesó: “Me cuesta compartir el espacio con mi obra. Siempre sentí que ella tiene su lugar y yo el mío. Pero esta vez fue muy emotivo, me emocionó mucho”.
La entrevista también recuperó historias extraordinarias que envuelven a sus obras. Una de ellas es La camita amarilla, de 1982, robada en 1989 de una galería y recuperada años después: “Un día sonó el teléfono de mi taller. Era alguien que dijo tener la obra y quería devolverla. Apareció envuelta en papel de diario. Desde entonces, esa obra me acompaña con un marco exagerado que probablemente yo mismo le habría puesto”.
Una sección de la muestra en Malba aborda lo doméstico, con obras que dialogan con habitaciones y camas, un símbolo recurrente en su producción. Una de ellas fue realizada por invitación de la Fundación Van Gogh. Kuitca compartió la experiencia de haber intervenido la capilla del Museo Picasso en París: “Me invitaron a pintar el techo. Fue extenuante. Tuve que ensayar con un entrenador para evitar lesiones. Estaba a metros de algunas de las mejores obras cubistas del mundo, y ahí estaba yo, trabajando mi propio cubismo, o como le digo, mi lenguaje ‘cubistoide’”.
La infancia y el nacimiento del artista
El diálogo también tocó su precoz inicio en el arte. “A los cinco años ya usaba pintura en mi cuarto. Era muy desordenado, y creo que eso sigue. Mi infancia fue como una gran nube, una mezcla de experiencias. Seguramente, una enfermedad en una pierna cuando era muy chico también influyó: la cama fue mi escritorio, donde empecé a dibujar”.
Con ternura, recordó una imagen suya leyendo La Pinacoteca de los Genios a los 13 años: “Otros chicos pegaban afiches de Marvel. Yo tenía a Picasso”.
Entre el rigor y la libertad
Sobre su presente, Kuitca reconoció que sigue trabajando intensamente: “Siempre trabajé mucho. Ahora estoy preparando una muestra junto a Federico García Lorca en España. Pero también aprendí a retirarme a tiempo. No se puede forzar la pintura”.
Finalmente, recordó con humor la etiqueta que lo acompañó durante décadas: “Fui ‘el joven Kuitca’ por mucho más tiempo del que me merecía. ¡Desde los 13 años! Ahora, por fin, soy solo Kuitca”.