El ojo del arte: Victoria alada, el triunfo del espíritu sobre la materia
La obra de Eduardo Rubino es la guardiana indiscutida del Parque Centenario. Su figura de bronce está parada sobre una esfera que simboliza el mundo, en una mano sostiene un ramo de laureles y la otra se alza en lo alto victoriosa.
El Parque Centenario, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, tiene de todo. Es un pulmón verde ideal para realizar actividad física, andar en bicicleta y pasear por el lago. También ofrece cientos de puestos durante los fines de semana, con libros, discos usados, artesanías, juguetes, ropa y muchos otros objetos. La cultura y el patrimonio también tienen un lugar destacado allí con una buena cantidad de esculturas que engalanan el predio, cada una con su historia.
La que nos ocupa aquí es Victoria alada, del escultor italiano Eduardo Rubino. Realizada en bronce, representa el triunfo del espíritu sobre la materia, según la mitología romana. Parada sobre una esfera que simboliza el mundo, en una mano sostiene un ramo de laureles y la otra se alza en lo alto victoriosa. Está emplazada en uno de los extremos del lago, desde la gran reforma del parque en 1980. Antes, durante más de seis décadas, estuvo en un sector cercano al Museo Nacional de Historia Natural Bernardino Rivadavia.
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El pedestal original era estilo art déco, que se puede apreciar todavía en algunas fotos antiguas del parque, pero fue reemplazado por el actual al momento del traslado. Esta escultura es una réplica de una de las tantas que están sobre columnas en el monumento a Víctor Emanuel II en Roma. Pero la más famosa y antigua de todas es la Victoria alada de Samotracia, también conocida como Níke tes Samothrákes (en griego), perteneciente a la escuela rodia del período helenístico (siglo II a.c), ubicada en el Museo del Louvre de París.
Eduardo Rubino nació en Turín el 8 de diciembre de 1871 y murió en Roma el 16 de enero de 1954. Estudió con Odoardo Tabacchi en la Real Academia Albertina de Turín, de la que fue profesor y presidente. Trabajó en el estudio de Leonardo Bistolfi, de quien adoptó el estilo art nouveau. Entre 1900 y 1915 participó en reiteradas ocasiones en la Bienal de Venecia, distintas exposiciones en Italia y ganó la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Arte Decorativa de Turín.
El artista desarrolló buena parte de su carrera en Buenos Aires y entre sus obras en espacios públicos, además de Victoria alada, se encuentra el Monumento a Bartolomé Mitre, ubicado donde la calle Gelly y Obes confluye con República del Líbano, que hizo junto a David Calandra. También estuvo a cargo del mausoleo de ese ex presidente argentino, uno de los más visitados del Cementerio de la Recoleta.
Hoy, Victoria alada tiene un lugar destacado en el parque. De frente al lago artificial, se mantiene como la guardiana del predio, que entre sus senderos exhibe muchas otras esculturas como la estatua de Germán Burmeister, de Ricardo Aigner; El Centinela de la Patria, de Mateo Alonso; La Aurora, de Emil Peynot; y un busto de San Martín, de Juan Patrizi.