Venus de L. Cranach publicitada en el 2008 por la Royal Academy of London.


Cranach es altamente reconocible al instaurar un ícono de belleza femenina típico de su invención, mujeres de ojos almendrados, de largas piernas estilizadas, de caderas estrechas y busto pequeño. Además de este ideal, sus santos visten joyas de la época rodeados de una naturaleza realista.  

En el año 2008 La Royal Academy publicitó su exposición con una imagen de Venus de Lucas Cranach el Viejo, y fue exhibida en el metro londinense generando tal escándalo que tuvo que ser retirada.

“Si Cranach hubiera muerto en 1505, habría sido recordado como una personalidad explosiva. Sin embargo, murió en 1553 y en su arte se produjo no una explosión, sino una especie de disolución…” estas fueron las contundentes palabras de unos de los mayores estudiosos de Cranach, Max Friedländer, cuyo rigor expresivo nos delata la vida y obra de uno de los mayores maestros del Renacimiento Alemán.


En la mitología griega Onfalia era hija de Yárdano y esposa de Tmolo, rey de Lidia. Onfalia había heredado el trono a la muerte de su marido. Durante su reinado tuvo como esclavo a Heracles (Hércules para los romanos) . 

A este semidiós, que había enfermado después de haber asesinado a Ífito, el oráculo le predijo que debía servir como siervo durante tres años y pagar una indemnización para librarse de su enfermedad. 

Y es así como el dios Hermes lo puso en venta como esclavo y la reina Onfalia lo compró. 

El semidiós se enamoró de la reina y le prodigaba todo tipo de atenciones, pero Onfalia optó por burlarse, obligándolo a vestir ropas femeninas entre sus doncellas y utilizar el huso y la rueca mientras ella lucía los atributos del héroe, su piel del león de Nemea y la clava. 

En el Renacimiento y, especialmente durante el Barroco, se utilizó este mito para ilustrar la idea de dominación por parte de la mujer. Y en algunos casos sería una alegoría que refiere a que a veces el amor esclaviza.

Heracles junto a la rueca de Onfalia ha sido representado frecuentemente en el arte, en donde el héroe viste prendas femeninas, hila lanas y se abandona a todo tipo de placeres y licencias.

Aquí, con el pretexto de narrar el mito, Cranach el viejo recreó las prendas de vestir de su propia época.

Hércules se encuentra rodeado de tres doncellas que lo envuelven con una tela, mientras la reina Onfalia le tiende un huso con lana con un dejo de placer. Ella se distingue por su gran sombrero con plumas.  

Hércules posee las herramientas para hilar en sus manos, una rueca ha sido colocada en sus brazos que también es sostenida por Onfalia y una de sus criadas.

Es una composición muy vivaz y a su vez muy irónica. Son sorprendentes los gestos y expresiones de las doncellas que se yerguen alrededor de Hércules, que parece sentirse muy a gusto. 

La figura que extiende la tela sobre la frente del héroe con la mirada intercepta al espectador pero por otro lado nos invita a participar del torbellino de sensaciones al que lo someten.  


Se refleja el gran contraste de colores, una de las características del Renacimiento Alemán. Por un lado ese fondo oscuro se unifica con la vestimenta del héroe y por otro se opone con los rojos, azules, anaranjados y verdes de los vestidos de las damas, suntuosamente engalanadas.  

Es maravilloso también el tratamiento de las pieles relucientes y los delicadísimos hilos que conforman los tules que cubren las cabezas de las mujeres.

En las aves colgadas se destaca la capacidad de Cranach al pintar naturalezas muertas con espectacular detallismo. Christoph von Scheurl elogió el realismo del artista en una carta dirigida a éste: 

“…En Torgau, pintaste liebres, faisanes, perdices, patos, palomas y otras aves colgadas de una pared y, una vez, el conde Von Schwarzburg, viéndolas ordenó que las quitaran de allí para que no olieran mal.”

 
En 1505 el príncipe elector, Federico III, conocido como el sabio (fue príncipe elector de Sajonia, quien se imaginaba un renacimiento de la antigüedad clásica con un toque sajón), nombra a Lucas Cranach pintor de la Corte. Al principio éste se aloja en el palacio del mismo, ganando unos cien florines.  

Retrato de Federico III por Lucas Cranach

Federico el sabio le había ofrecido un sueldo de un catedrático de aquel tiempo y un pago adicional por cada una de las obras que producía para la Corte, por lo tanto gozaba de una posición muy prestigiosa. 

Cranach fue el pintor de corte de los electores y trabajó para tres de ellos: Federico el Sabio, Juan el Constante y Federico el Magnánimo.

Como pintor de corte, su tarea principal era la representación de la dinastía sajona, sus retratos tenían que colgar en todos los palacios y residencias oficiales. Pintaba a los regentes con pose de mando con ropa talar, capa de armiño y espada, de cacería, en bodas y otros eventos. 

La caza del Elector Federico El Sabio, 1529 Lucas Cranach. Tabla 80 x 114 cm. Viena, Kunsthistorisches Museum.

Documentaba el boato, la importancia y la significancia de la caza sajona, entre sus tareas se encontraba la de la organización de torneos del mercado en la plaza de Wittenberg, dando la orden de cubrir la plaza con arena. El pintor reprodujo el evento en un grabado. 

En la ciudad descubrió ilustres colegas, la Corte también hacia encargos a Alberto Durero de Nuremberg, un año mayor que Cranach y ya muy famoso, el cual se convertirá en su principal rival.

El príncipe elector poseía varias residencias, Wittenberg, era una de ellas. Aunque no residía de manera permanente en esa ciudad fue decisivo para la misma porque fundó la universidad. Cabe mencionar que sin universidad no hubiera acaecido la Reforma. 

Los reformadores eran profesores de universidad, la Universidad Leucorea de Wittenberg fue fundada por Federico el sabio en 1502, su idea era convertir a la ciudad en centro de las artes y la ciencia, por eso asignó las cátedras a humanistas y pensadores de la época. 

El Humanismo era la nueva corriente de pensamiento que colocaba al ser humano en el centro del arte y la ciencia. Era sorprendente, pero el que llegaba a Wittenberg pensaba que era muy pequeña, aunque fuera residencia de la Corte. Era una ciudad de unos 2500 habitantes, muy marcada por la presencia de estudiantes y profesores, había muchos artesanos y sobre todo muchos impresores de libros; y lo fascinante es que en esa ciudad se aglutinaban muchas competencias, y muchas capacidades. Por lo tanto la suerte de la misma en el siglo XVI, fue que coincidieron muchos talentos en el mismo tiempo y en el mismo lugar.

Una cabeza de Cristo del veneciano Jacopo de Barbari antecesor de Cranach en la Corte dio influencia italiana a Wittenberg. Los italianos y su arte del retrato estaban en boca de todos, los rostros de sus pinturas parecían estar vivos. 

A menudo se ha acusado a Cranach de ignorar esa tendencia, desarrollando un estilo que en cierta medida podría ser denominado mas avant garde para su contexto.

En la xilografía de Alberto Durero el Martirio de Santa Catalina de 1498 se pone de manifiesto la rivalidad de ambos pintores, ocho años después Cranach lo usa de modelo para recrear el mismo motivo.  

El martirio de Santa Catalina, 1506, de Lucas Cranach el viejo.

Dedicando mucho tiempo al dibujo de los finos detalles entrando en competencia con Durero. El Martirio de Santa Catalina era un tema habitual en la época y Cranach lo usa para desplegar una gran dramaturgia como lo harán después los artistas del Barroco. Bajo un cielo desgarrador, seres humanos tambaleantes se precipitan al infierno. Al parecer los cuadros de Durero despertaban admiración pero los de Cranach generaban mayor emoción.

Apenas se tienen datos de la infancia y juventud de Cranach, nació en Kronach en la región de Franconia el 4 de octubre de 1472. Probablemente su formación comenzó en el taller de pintura de su padre Hans. En Kronach, allí donde se encuentra hoy en día el monumento al pintor, se hallaba la casa familiar.

Dr. Johannes Cuspinianus, 1502-3, Cranach el Viejo Tabla, 9 x 45 cm. Winterthur Museum

Lucas Cranach abandonó pronto su hogar para recorrer otros lugares. Se hizo llamar Cranach en referencia a Kronach su ciudad natal. 

Se supone que conoció al maestro de pintura alemán Matthias Grünewald que le hubo de ofrecer algo de educación.

En 1502 con 30 años de edad reaparece en Vienna la mayor ciudad del imperio y residencia del emperador. Sus primeras obras conocidas son encargos. Pinta los retratos del rector de la universidad, el humanista Dr. Johannes Cuspinianus, y de su esposa con ocasión de su boda. El tratamiento es nuevo, relaciona a los retratados en una naturaleza cargada de simbolismos.

Las obras de Viena poseen un estilo propio firmaba Lucas Cranach, es decir Lucas el de Kronach.

Retablo de Torgau, 1509, Cranach el Viejo. Tabla 120 x 99 cm. Frankfurt

En 1508-1509 realizó un viaje a los Países Bajos con un encargo diplomático del elector, aprovechando en conocer lo que se hacía en aquel entonces en el país. Quedando evidencia del influjo de un italianismo áulico que imperaba en aquel lugar. De esos años ha quedado testimonio de la influencia de Quentin Metsys y el clasicismo de Jan Gossaert en el Retablo de Torgau, por ejemplo.

Unos años después, alrededor de 1515, el profesor Lutero y Cranach se conocen en Wittenberg. No solo pretendían cambiar la iglesia sino también el mundo, y pronto se convertirían en amigos.

Existía en la época una unidad entre lo religioso y lo civil, eran asuntos inseparables, eras un miembro del municipio pero simultáneamente de la iglesia. Por lo tanto en Wittenberg todo el mundo era miembro de la comunidad religiosa.

Pero ese mundo profundamente cristiano se transformó el 31 de octubre de 1517 cuando Martin Lutero clavó en la puerta de la iglesia del palacio de Wittenberg sus 95 tesis contra las indulgencias por parte de la iglesia católica. Su protesta desemboca en toda Europa una encarnizada lucha por la imagen de Dios y el hombre. 

Lucas Cranach el Viejo, se convirtió en el pintor de la Reforma. Gracias a sus imágenes, el pensamiento de la misma pudo divulgarse; al convivir en un pequeño pueblo se incrementó la influencia de unos a otros. 

Pero no toda la producción hizo referencia a lo religioso. También existe una producción por parte de Cranach que a modo de ironía ilustra unos retratos de parejas desparejas. Cranach y su estudio abordaron repetidamente el tema. Fue un tema recurrente en la época bajo el epígrafe, “El poder de las mujeres”, así es como se denominaba el poder que las mismas ejercían sobre los hombres. 

El tema de la pareja desigual, que tuvo su apogeo en el siglo XVI sobre todo en los grabados, puede considerarse una combinación de una imagen de género secular y las representaciones cristianas medievales de los vicios. Especialmente en el contexto de la afirmación luterana de que "el matrimonio es mejor entre iguales", podemos discernir una especie de imágenes moralizadoras.

La iglesia de Santa Maria de Wittenberg va a ser el centro de donde se va a propagar la Reforma. Y el retablo del altar mayor es una obra espectacular del taller de Cranach el Viejo, ahora adjudicada a su hijo, que representó el espíritu de la misma. En esta iglesia se va a oficiar por primera vez la misa en alemán y Martin Lutero predicó y bautizó en la misma.

La última cena de Cristo, una obra tardía monumental de 1547, en lugar de santos piadosos la obra reproduce a los propios reformadores. En el sector opuesto a Cristo representó al mismo Martin Lutero con barba, tomando una copa de vino que le alcanza un servidor con los rasgos de Lucas Cranach, el Joven, hijo del artista. Se incluyeron a hombres de su tiempo en la historia sagrada. El mensaje era claro: los agentes de la Reforma se sentían más íntimamente unidos a Cristo que a la autoridad suprema de la iglesia.

Lucas Cranach I (Kronach 1472-1553 Weimar) Retrato de Martín Lutero (1483-1546), medio cuerpo; y Retrato de Katharina von Bora (1499-1552), de medio cuerpo. Christie´s

Cuando en 1525 Martin Lutero contrajo matrimonio con la ex monja Khatarina von Bora, Cranach es el testigo de la boda, incluso fue el padrino de uno de sus hijos, y es posible que Lutero haya conocido a su esposa en casa de los Cranach.

Anteriormente Lucas Cranach había formado su propia familia en Wittenberg. En 1512 se casó con la hija del alcalde, Barbara Brengebier (muerta en 1541). Tuvieron cinco hijos y al segundo lo llamó Lucas. Desde el año 1520 fue senador, y de 1537 a 1544, burgomaestre. El padre de familia pronto adquirió renombre comprando casas, una imprenta, una hostería, un establecimiento de vinos y también en 1522 la única farmacia de la ciudad en la plaza del mercado. Pronto se convirtió en el ciudadano más rico de la ciudad de Wittenberg. Vivió en el centro de la ciudad en una elegante residencia, instalando un taller en el patio, en donde sus hijos aprendieron el oficio; un floreciente negocio con maestros y aprendices y hubo un continuo flujo de visitantes. Llevando una vida holgada y realizada, siendo un empresario exitoso y un ciudadano respetable.

Cranach no solo proveía con sus cuadros a la nobleza y al clero, sino que con su imprenta satisfizo a una nueva clientela, la burguesía en alza. Ya que no todo el mundo podía permitirse el lujo de adquirir un cuadro, y los grabados eran más económicos. 

En su taller realizaban xilografías y estampas en serie. De ese modo reaccionaron al gusto del mercado con nuevos temas y estilos de retratos, un negocio muy moderno en todo sentido teniendo en cuenta que estamos en el siglo XVI. Durante los primeros años el taller produjo numerosas xilografías tan importantes como las pinturas. Todos las obras del taller ostentan el escudo de los Cranach, la serpiente alada con un anillo de rubí en la boca, la serpiente es la marca con la que se identifica el taller, pero muchas veces ha resultado difícil discernir la autoría, es decir en la época uno compraba “UN CRANACH”. 

Al poseer una farmacia, Cranach tenía el privilegio de comprar los pigmentos de sus pinturas a precio de mayorista. El amarillo procedía de los montes de las minas metálicas. El azul ultramar provenía del lapislázuli -del macizo del Hindu Kush en Asia central-, no se podía comprar en Leipzig, de donde procedían la mayoría de los pigmentos y en Amberes se vendía a precio de oro. En 1508 Cranach compra unos gramos en los Países Bajos y poco después utiliza el pigmento en el Altar de La Sagrada Familia.  

Firma de Cranach el Viejo a partir de 1508: serpiente alada con anillo de rubí

El trabajo de la manufactura estaba organizado hasta el más mínimo detalle. La imprimación en gris (El color de la imprimación influye en el acabado final; la imprimación gris, aporta un aire realista a los colores) se utilizaba mezclando el pigmento con huevo y aceite de linaza. Era muy importante restregar el pigmento con la moleta sobre la lámina de cristal durante mucho tiempo. En la época de Cranach se realizaba durante horas por eso es posible que se encargaran de dicha tarea los aprendices del taller.

Lucas Cranach encargaba provisiones de marcos y lienzos de determinadas medidas para utilizarlos según los pedidos de sus clientes, y el taller producía temas habituales de antemano, para tenerlos siempre listos. Es por eso que logró hacerse famoso, no sólo por la belleza de sus cuadros sino por la rapidez con que los entregaba. Aunque Cranach el Viejo fue muy prolífico, mantuvo un nivel de calidad alto, con una ejecución muy esmerada que requería múltiples capas de pintura al óleo aplicadas en finas veladuras.

Las figuras que habían que variar un poco no se volvían a pintar sino que se calcaban. El taller de Cranach no apostaba por estilos personales de parte de sus aprendices sino por un estilo vinculante que él mismo infundía. De ese modo es muy difícil reconocer al autor, si una obra es de Cranach el Viejo o de sus hijos.  

Los estilos de Lucas Cranach padre e hijos eran tan parecidos que los expertos han tenido muchas veces dificultades para diferenciar sus obras y atribuirlas, especialmente desde la década de 1530, después de la muerte de Hans. En el año 1537 se produce una ruptura, su hijo mayor Hans muere repentinamente, el menor Lucas pasará a dirigir el taller junto con su padre, ambos asumirán la misma responsabilidad para el éxito de la manufactura, aunque algunas veces la ejecución de las obras fluctuaron en su calidad. 

Durante casi ochenta años el taller propagó la marca Cranach por el mundo, saliendo del mismo unas cinco mil pinturas. En señal de luto por la muerte de Hans en 1537, el anagrama familiar se modificó, disponiendo las alas de la serpiente hacia abajo. Ello supone una pista cronológica que permite diferenciar las obras realizadas antes y después de tal fecha. 

Historias mitológicas y de la biblia son algunos de los temas de Cranach, como por ejemplo, Judith con la cabeza de Holofernes, de ca. 1530. Unos de los motivos exóticos y recurrentes del pintor son las Ninfas de las fuentes. Y por su puesto sus famosas Venus, en donde los cuerpos de curvas juveniles adquieren una sensualidad explícita, ya que sus sutiles y transparentes velos más que sugerir develan en contacto con la carne un latente y explosivo erotismo.

Cupido quejándose con Venus, 1505, Lucas Cranach el Viejo. The National Gallery

La belleza ideal para él fue más erótica que mental, (en comparación con los ideales renacentistas italianos), ligada más a la naturaleza del hombre y sus instintos y a una vida sensual plena. 

Venus en un paisaje, 1529. Cranach el viejo. Tabla, 53 x 26 cm. París Musée du Louvre

Cuando por ejemplo observamos el color en otras obras de grandes pintores alemanes renacentistas podemos intuir que la pintura alemana funcionó más por contraste que por armonía en relación a la pintura italiana. Un claro ejemplo es el del Retrato de una dama ca.1530 de Hans Baldung Grien, quien fuera el discípulo más aventajado de Durero. En esta obra el marcado contraste del color le confiere a la obra una exaltada belleza.

Retrato de una dama ca.1530 de Hans Baldung Grien

Otra obra importante de la época fue la ilustración de la primera biblia del antiguo y nuevo testamento traducida al alemán por Lutero e ilustrada por Cranach el Viejo de 1534. Es un objeto excepcional con ilustraciones valiosícimas. La biblia contiene 117 xilografías que proceden del taller del artista, algunas realizadas por el propio maestro. Lutero y sus asistentes tardaron 13 años en traducir ambos testamentos y entregar la biblia al taller de Cranach en Wittenberg. Las ilustraciones están repartidas en todo el libro, también están pintadas las iniciales de los versículos. Al ser xilografías hubo que ir tallando la madera para conseguir esos finos detalles de las imágenes. 

La ramera de Babilonia, de la Biblia de Lutero, c.1530

Cuando La Reforma se politizó se crearon alianzas de poder. Hacia 1547 estalló la primera guerra civil confesional en Alemania. Las tropas católicas del emperador Carlos V vencieron en la Batalla de Mühlberg y conquistaron Wittenberg. El príncipe Juan Federico I de Sajonia fue hecho prisionero y el emperador lo desterró, y esto supuso un gravísimo golpe en la vida del taller. La Corte abandonó la ciudad y de repente Cranach el Viejo había dejado de ser pintor de corte. 

En 1552 abandona Wittenberg y sigue al príncipe al exilio, a Weimar, viviendo en el centro de la ciudad en la elegante casa de su hija frente al mercado. Sigue con proyectos y trabajando. 

Retrato de Cranach el Viejo, 1550 de Cranach, el Joven Galleria degli Uffizi, Florencia

Intuyendo la despedida, Cranach el Joven realiza un retrato de su padre de 78 años, como queriendo poseer un recuerdo del mismo. Es un retrato muy personal con detalles marcados de su fisonomía.

El 16 de Octubre de 1553, ya muy anciano, Cranach el Viejo falleció en Weimar, cuando la situación estaba cambiando nuevamente y la paz volvía a los territorios de su señor.

Desde hacia ya un tiempo la pintura alemana se encontraba empobrecida y abandonada, diez años antes exiliado en Londres había muerto Hans Holbein y además hacía casi 30 años habían desaparecido también Durero y Grünewald. 

A partir de la masificación del trabajo en el taller del viejo maestro, las obras delataron cierta ejecución más esquemática, con un colorido menos variado y un dibujo de contornos menos sinuoso.

Mucho antes de 1553 Cranach había dejado de ser innovador, lo que no le quita de ninguna manera el maravilloso valor de su legado.

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