El ojo del arte: el controversial retrato de Madame X
Madame X, 1884, John Sargent. Oleo sobre tela 234,95 cm × 109,86 cm. Met Museum.

“Ves cosas; dices, '¿por qué?' Pero sueño cosas que nunca fueron; y digo "¿Por qué no?” 

 George Bernard Shaw, de regreso a Matusalén

En los últimos tiempos de la reina Victoria, el más admirado y buscado retratista era John Singer Sargent (1856-1925). Sus exquisitos retratos en óleo y acuarela, mostraban la elegancia de la era dorada, de extravagantes vestimentas y gustos. Luego de su muerte serian rápidamente olvidados y considerados como superficiales y pasivos.

Pero nuevamente examinados, no solamente los retratos sino también sus paisajes y murales, revelan a Sargent como uno de los mas grandes pintores de finales del XIX y principios del siglo XX.

Un consistente artista que empujó siempre hacia afuera el marco de la aceptabilidad para capturar la esencia de su tiempo; qué condujo a la carnicería de la Primera Guerra Mundial que trajo un final sangriento para la época.

La “era dorada”, perteneció al momento de grandes personalidades como George Bernard Shaw, Claude Monet, Oscar Wilde, y de la alta aristocracia de la sociedad Eduardiana.

El padre de John Singer Sargent, Fitz William fue cirujano ocular en el Hospital Wills Eyes de Filadelfia, Estados Unidos, entre 1844-1854. Posteriormente la familia padecería una tragedia al morir su hermana mayor de apenas dos años. Su madre Mary Singer sufrió una gran depresión y ante el dolor la familia decidió cambiar de aire y marcharse a Europa. Fue una familia a la que le gustó siempre viajar y así se mantuvieron por el resto de sus días. Su lugar de residencia se centró en París, pero solían moverse de acuerdo las estaciones del año por diferentes lugares, tanto a lugares de montaña como de costa, recorriendo, Alemania, Francia, Italia, y Suiza.

Debido a la epidemia del cólera, en 1856 su madre, estando embarazada del artista, decidió permanecer en Florencia y el 12 de enero de ese mismo año nacería John Singer Sargent, en la ciudad del Dante Alighieri. Un año más tarde, nació su hermana Mary.

Fue su madre Mary Singer, viajante y artista la que lo llevó a los diferentes museos, palacios, y jardines europeos para apreciar el arte en todo su esplendor.

Ella escribió: “John aprecia las bellezas de la naturaleza y el arte que se exhibe espléndidamente en estas antiguas tierras. Dibuja bastante bien y tiene un ojo notablemente rápido y correcto”.

A la edad de diez años, Sargent ya estaba determinado en convertirse en artista. Luego intentaría estudiar en la Academia de Florencia, pero no tuvo éxito. Por eso decidió regresar a París.

En 1874, las calles parisinas estaban llenas de escombros a causa de la guerra franco-prusiana, París era el lugar donde se acuñaba la palabra Impresionismo, y también los nombres de Monet, Pisarro, Degas y Renoir los cuales eran ridiculizados por la prensa citadina. 

estudió en la Escuela de Bellas Artes de Paris
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”Recolectores de ostras de Cancale”, 1878, John Singer Sargent.

En un primer intento, con 18 años, Sargent aprobaría el riguroso examen de dicha escuela. En donde recibió clases de dibujo, incluyendo anatomía y perspectiva, ganando un segundo premio, de plata. Esta famosa institución era conocida por su rigurosa enseñanza y exigencia.

A los 23 años, también tomó clases con el pintor Carolus-Duran, quien le aconsejó olvidar gran parte de lo que había aprendido. El joven retratista francés, había tenido un meteórico ascenso, y era conocido por su técnica enérgica y sus modernos métodos de enseñanza, y su influencia fue clave en Sargent durante el periodo 1874-1878.

No tomó como método el tipo laborioso del arte académico, sino pintar, lo que veía en términos de valores tonales, comprimir los valores de la sombra y de la luz, modelando el tono de cómo se acercaban las luces y las sombras a sus pupilas y traduciendo lo que veía en términos de una decisión concluyente con trazos únicos de pincel.

París era el centro del arte en ese momento y Sargent incursionó en el Naturalismo, Realismo e Impresionismo, combinando métodos tradicionales y a la vez espontáneos.

Un ejemplo de ello es la magnífica obra de 1878, ”Recolectores de ostras de Cancale”, su primer gran éxito en en Salón de París, realizada con tan solo 22 años.

La obra impresionista, con poco contorno dibujado posee el método de Carolus-Duran, pero la espontaneidad de la misma y la frescura de sus pinceladas desmiente la composición realmente calculada que elaboró Sargent posteriormente en su estudio. De regreso a París, trabajó incansablemente juntando una gran cantidad de bocetos.

Cuando Sargent visitó el lugar en 1877, muchos de los hombres estaban ausentes, navegando hacia el océano con destino a las ricas pesquerías de Terranova. En su ausencia, y abandonados a sus propios recursos, las mujeres y los niños debían subsistir. Desde la época de los romanos, la zona había sido utilizada para la recolección de ostras. Situado en la bahía oeste de Mont-Saint-Michel, en el extremo noreste de Bretaña, el pueblo de Cancale ha estado ligado al mar durante siglos, mucho antes de la época de Cristo. Conocido por sus impresionantes vistas, sus playas y, por supuesto, el elixir vivo que emana de la arena, sus deliciosas ostras. 

Para el artista, "Recolectores de ostras de Cancale" sería para siempre un momento fundacional en la evolución de su carrera. Lo que aprendería aquí, lo usaría una y otra vez para enseñar a los estudiantes de la Royal Academy en años posteriores. 

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“Clavel, lirio, lirio, rosa” ,1885, Sargent

Sargent logró su primer gran éxito en la Royal Academy en 1887 con la pintura "Carnation, Lily, Lily, Rose" (ahora en Tate Britain). Cómodamente se estableció como un retratista codiciado, encantando a sus clientes con su proceso minucioso y su cordial manera de actuar. A menudo entretenía a su modelo tocando una melodía en el piano.

visitó España para contemplar a los grandes maestros como Velázquez y Goya,
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“El Jaleo” de 1882, John Singer Sargent

"El Jaleo", de 1882, evoca los tablados españoles y marca el estampido de los tacos sobre el suelo, y los gritos de entusiasmo de los personajes. El brazo de la bailadora que se eleva y se retuerce es el punto focal. Sargent lo ejecuta con un contorno nítido, para contrastar con el espacio y las figuras difuminadas, dándole vida a la composición (el artista fue un maestro en este tipo de contrastes, de contornos nítidos versus difuminados, y también por la elección correcta de cada color para diferenciar las distintas superficies). Podemos sentir el palpitar del baile y el rasgueo de las guitarras junto con el desgarrado cantar flamenco. 

Para Sargent, la vestimenta era algo muy importante dentro de la composición pictórica, y eso se refleja claramente en su exquisito y sensual retrato de Samuel-Jean Pozzi (1846-1918)pionero en el campo de la ginecología moderna en Francia. 

Sargent retrató a este hombre de mundo en un modo casi eclesiástico, con su traje rojo carmesí que hace referencia a imágenes de papas y cardenales de los viejos maestros, como por ejemplo, Tiziano y Velázquez.

En el retrato el pintor hizo hincapié destacando las manos de Pozzi que afirman su destreza como cirujano, situado en un teatral dormitorio que sugiere su sensualidad, su vanidad y su alta reputación no solo como profesional sino como amante.

salonniere "el doctor amor”
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“Dr. Pozzi en casa”, 1881, John Singer Sargent.

John Singer Sargent, pretencioso de una mayor popularidad a través de la notoria reputación de Virginie Gautreau, pidió al doctor Pozzi que le presentara a la misma, para realizar un retrato de la dama que tanto le fascinaba. 

El influjo de esta mujer era tal que el pintor estadounidense Edward Simmons afirmó que "no podía dejar de acosarla como uno hace con un ciervo"

Aproximación a la obra Madame X, por John Singer Sargent:

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Sargent resultaría victorioso concretando una invitación al castillo de los Gautreau, Les Chênes, en Bretaña, realizando 30 bocetos a lápiz, acuarela y óleo.

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Virginie Avegno Gautreau, era nativa de Louisiana, Estados Unidos, y fue llevada a París por su madre cuando su padre murió en la Guerra Civil. Su extraña belleza, su gran carisma y gracia natural atraían la atención de todos, pero especialmente las miradas de los hombres. 

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Virginie causaba admiración debido a su elegancia y extravagante estilo. Poseía encanto y belleza, vestida siempre a la moda, destacándose por su encorsetada figura y su piel de sorprendente palidez azulada. Para lograrlo se empolvaba la tez con polvos de arroz mezclados con lavanda molida, además de teñir su cabello con henna, y perfilar sus cejas.

Se casó con el acaudalado banquero francés Pierre Gautreau y pronto Madame Gautreau se convertiría en una celebridad en la sociedad parisina; siendo eco de constantes rumores y especulaciones de infidelidad. 

Cuando Sargent visitó el castillo de la familia para realizar su retrato su vida cambiaria para siempre. Escribió a su amiga la poetiza Vernon Lee: ”Dentro de unos días abordaré el retrato de una gran belleza. Ella tiene las líneas más hermosas…”

Sargent trabajó realizando numerosos bocetos y dibujos preparatorios en diferentes ángulos y escenarios antes de realizar la famosa obra. Uno de los aspectos mas relevantes de Sargent es que realmente fue un genio en el dibujo, y en la estructuración de las composiciones, tengamos en cuenta que estudió la técnica observando las obras de uno de los mas grandes maestros, al inigualable Velázquez. 

John Singer Sargent puede ser considerado como uno de los mas ambiciosos referentes del modernismo y el resultado final fue la extraordinaria destilación de la pintura que es tan simple, es solo Madame X.

Para plasmar la palidez de la piel de Gautreau mezcló blanco de plomo, fucsia, bermellón, viridían y negro hueso.

Fue exhibida en el Salón de París por primera vez en 1884 y lo irónico fue que en un recinto lleno de desnudos femeninos el vestido de Madame X fue la verdadera causa del escándalo. El amigo de Sargent, el pintor Ralph Wormeley Curtis reportó sobre lo ocurrido: “Ayer fue el funeral de John Sargent…”

Mientras el pintor trabajaba sobre la obra, Virginie  Gautreau creía que el artista estaba pintando una obra maestra, aunque verdaderamente así lo hizo… la pintura fue rechazada.

La obra de Madame X sirvió de inspiración para el retrato que el valenciano Joaquín Sorolla le realizó a su esposa, denominado “Señora de Sorolla (Clotilde García del Castillo, 1865–1929) en Negro”, de 1906. Pero la diferencia entre ambos radica en la sutil manera de representarlas. 

Joaquín Sorolla pintó a Clotilde con el sentimiento y el respeto de un hombre enamorado. El retrato conmueve por la energía cálida que reflejan sus ojos que nos miran de frente, y la elegancia de su vestido de seda negro ajustado a su idealizada cintura.  

El ojo del arte: el controversial retrato de Madame X
“Clotilde con traje negro”, 1906, Joaquín Sorolla. Madame X fue inmortalizada imponente y de perfil, esquivándonos la mirada con un vestido negro que insinúa sus curvas, con un tirante del mismo caído al costado del hombro; provocando un gran revuelo por sus brazos desnudos. 

Tal fue el escarnio que luego Sargent lo corregiría, ubicando ambos tirantes en su lugar adornados por joyas. “Una lucha más -escribió un crítico de Le Figaro- y la dama será libre.” Al parecer el crítico desconocía que los corsés eran rígidos, a base de ballenas, y no podían caerse, y los mismos en los hombros eran decorativos. 

El blanco azulado de la piel de Madame X seduce y fascina, por ese halo deslumbrante que irradia… pero el fulgor que palpita en ella es como el destello frio de un diamante.

La mala recepción de la crítica y el público fueron una decepción para ambos. Gautreau se sintió humillada por lo sucedido y Sargent pronto abandonaría París para residir en Londres de manera permanente.

Sargent mantendría el cuadro colgado en su estudio de París y luego en el de Londres. A partir de 1905, lo exhibió en varias exposiciones internacionales. 

En 1916, después del fallecimiento de Virginie Gautreau, Sargent lo vendió al Metropolitan Museum of Art de New York, escribiendo a su director: "Supongo que es lo mejor que he hecho." 

(*) La autora es licenciada en Historia del Arte.
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