El ojo del arte: ”Autorretrato en el sexto aniversario de bodas”, de Paula Modersohn Becker, la primera artista expresionista alemana
“Autorretrato en el sexto aniversario de bodas”, 1906, Paula Modersohn Becker, Oleo sobre cartón, 101.8 x 70.2 cm., Paula Modersohn-Becker Museum.

En 1906, Paula Modersohn Becker fue la primera artista en autorretratarse, desnuda y embarazada. Aunque es imposible aseverar que lo hubiera estado en ese momento, es el gesto de sus manos rodeando su vientre un poco prominente lo que nos hace presumir eso. 

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“Paisaje de tarde”, 1904. P. Modersohn Becker.

Paula Modersohn-Becker formó parte de un movimiento que predicaba el retorno a la naturaleza y a los valores simples de los campesinos. Sus numerosos retratos, los estudios del paisaje de páramos y abedules de Worpswede ya mostraban la inclinación por una estructura de imagen estrictamente reducida y alejada del realismo ilusionista.

Nació en Dresde, Alemania, el 8 de febrero de 1876. Fue la tercera hija de siete hermanos, su padre Carl Woldemar Becker, era ingeniero, y su madre Mathilde pertenecía a una familia noble de Turingia.  

Paula Modersohn-Becker pasó los primeros 12 años de su infancia en Bremen, y desde niña estuvo firmemente decidida en convertirse en pintora. 

Como parte de su formación, a comienzos del verano de 1892, su familia la envió a Inglaterra para aprender inglés. Una hermanastra de su padre vivía en las afueras de Londres y allí también tomó cursos de arte en la St. John´s Wood Art School.

En 1896 se trasladó a Berlin  para estudiar en la Asociación de Artistas Berlineses (Verein der Berliner Künstlerinnen). Este tipo de escuelas eran en donde podían iniciarse en la pintura las mujeres, ya que en aquella época, no tenían aún acceso a las academias de Bellas Artes. 

Luego continuó sus estudios a partir de 1898 en la colonia de artistas de Worpswede con Fritz Mackensen, cuando uno de los fundadores del lugar le permitió asistir. Para la joven, que había crecido en Bremen, era ideal: un conducto hacia la vida del arte que sus padres consideraban tontamente imposible.

Worpswede es un pueblo ubicado 24 kilómetros al noroeste de Bremen. En 1884, Fritz Mackensen, estudiante de arte de la Academia de Dusseldorf, fue invitado a pasar sus vacaciones allí y se fascinó con el lugar. Durante tres años lo siguió visitando y en una rapsodia entusiasta instó a sus compañeros de clases Otto Modersohn, Hans am Ende y Otto Ubbelohde a establecerse en el lugar emulando el modelo de Barbizón francés.

En la clase de Fritz Mackensen, Paula conoció a la joven escultora Clara Westhoff su entrañable amiga, futura esposa de Rainer Maria Rilke.  
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Sommerabend, 1905. Heinrich Vogeler. (Künstlerkolonie) 
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Heinrich Vogeler y su esposa Martha

Heinrich Vogeler creía en los lazos de la comunidad y el arte, invitaba a los salones nocturnos de su casa donde tocaba instrumentos y leía poesía. Las mesas se acostumbraban a empujar hacia atrás para bailar. En una de las obras del artista, llamada “Sommerabend”, de 1905, se puede identificar el grupo de Worpswede, a Paula Becker, Clara Westhoff, Otto Modersohn, y al mismo Vogeler tocando el violín, en su propia casa. Fue allí donde Paula conoció al paisajista Otto Modersohn, su futuro esposo. En ese entonces, Otto estaba casado con Hélene, la cual estaba muy enferma (moriría de tuberculosis en junio de 1900), pero él permanecía allí, demasiado pronto en opinión de Vogeler, hablando con Paula de libros y arte.

En 1895, en la muestra internacional de arte de Munich, realizaron una exposición conjunta. Así se consagraron y se dieron a conocer por toda Alemania. Como consecuencia se logró publicitar Worpswede atrayendo un mayor número de turistas.

Alrededor de 1900, vivían y trabajaban en la comunidad al menos 20 artistas, entre ellos Paula Modersohn-Becker y el poeta Rainer Maria Rilke. Worpswede continuó siendo un pueblo artísticamente activo y en crecimiento hasta finales de la década de 1920.

Al principio Paula pintaba paisajes al modo de su marido, luego cambió y empezó a pintar campesinos gente de la comunidad, niños con actitudes y gestos serios de adultos, siempre con algo emblemático en las manos, como un gato, una flor. 

También en sus pinturas aparece una línea negra que bordea las figuras. Los primeros autorretratos estuvieron inspirados en la simplicidad de los retratos de las momias del Fayum. 

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 “Paula con una rama de camelias”, 1907. P. M. Becker

Con el término alemán Künstlerpaare, se establece la idea de la pareja de artistas como una unión de almas de ideas afines que compartían esfuerzos creativos y que tuvo su origen en el Romanticismo alemán. De gran preocupación era la propia visión de las parejas, de sus roles y participación en el matrimonio, así como en la creatividad artística. 

Pero como sugiere la historiadora de arte Erika Esau, este tipo de proclamación de igualdad de derechos entre los géneros, en las primeras décadas del siglo XX, aún seguía distando de la realidad: “Sus circunstancias plantean la cuestión de si la situación social y sexual en la Alemania de la década de 1920 representó un cambio sustancial de los patrones pasados o fue simplemente un argumento intelectual que no se realizó en la vida real”. 

 De acuerdo con Erika Esau, “en cuanto a la vida artística, en la década de 1920 en Alemania, las mujeres jóvenes habían accedido a escuelas de arte establecidas donde conocieron a otros artistas, tanto hombres como mujeres, con quienes establecieron una solidaridad artística, política y sexual. Como conscientemente "modernas", ellas, como otras mujeres jóvenes, creían con entusiasmo en los principios defendidos por la Constitución de Weimar y se veían a sí mismas como participantes en esta comunidad recientemente ilustrada”.

En la obra Nosotros tres” (en alemán Wir Drei ), de Philipp Otto Runge, se puede vislumbrar ese espíritu que se había sembrado durante el Romanticismo, del entendimiento entre la pareja, de almas de ideas afines, en el trabajo y en la creatividad en conjunto, pero de todos modos aún la mujer mas independiente a principios del siglo XIX seguía estando ligada al matrimonio. Una  famosa frase de Guillermo II alude a que las mujeres solo estaban reducidas a las “3 K” ("Kirche, Kinder, Küche”), iglesia, niños, cocina). 

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“Nosotros tres”, 1805, Philipp Otto Runge. Muestra al pintor junto a su esposa Pauline y a su hermano Daniel.

Alemania no fue una nación hasta 1871, en parte era un conglomerado de principados y ducados, es decir, culturalmente no estaba centralizada como ocurría con París. Importantes ciudades como Berlín, Bavaria, Dessau, Weimar, Dresden poseían mucha afiliación local.

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Paula Modersohn Becker junto a su amiga, la escultora Clara Westhoff.

Paula Modersohn Becker. tras unos años en el pequeño círculo de artistas de Worpswede, viajó a París por primera vez el 31 de diciembre de 1900, el lugar de encuentro por excelencia de todas las corrientes artísticas europeas. Allí encontró las obras de la vanguardia, que contribuyeron en su búsqueda de nuevas formas de expresión. Otros grandes artistas alemanes como Emil Nolde, Bernhard Hoetger o Käthe habían realizado estancias en la Ciudad Luz en busca de inspiración.  

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Retrato de Clara Westhoff, 1905, de Paula Modersohn Becker.

Su amiga Clara Westhoff, ya se encontraba allí desde fines de 1899, con el entusiasmo de convertirse en alumna del escultor Auguste Rodin. Ambas retornarían a Worpswede en agosto y luego pasarían juntas el invierno en Berlín.

En Paris tomó clases de arte en la Academia Colarossi en el Barrio Latino. fascinación por Cézanne. 
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Otto Modersohn y Paula Becker, 1901, en su atelier.

Fritz Overbeck y el paisajista Otto Modersohn, viajaron en junio también a París, con motivo de la celebración de la Exposición Universal.

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Paula Modersohn Becker y Elsbeth, Worpswede Landschaft, 1905  

Paula admiraba su trabajo y posiblemente parte de la atracción entre ambos habría surgido por una mutua necesidad. Otto necesitaba una madre para la niña y Paula habría encontrado contención en ese hombre 11 años mayor. En gran parte su matrimonio sirvió para ejercer sin preocupaciones económicas lo que anhelaba con el alma, pintar, ya que en vida solo consiguió vender dos de sus obras a sus amigos Rilke y Vogeler.

Pero para Paula fue difícil conciliar las tareas de artista, ama de casa, y madre a la vez. Aunque a conciencia intentaba ser una buena madre para su hijastra. Existen una serie de retratos de la niña como “Muchacha en un jardín al lado de una bola de cristal”, que data de 1901. 

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 “Muchacha en un jardín al lado de una bola de cristal”, 1901.

Su taller era una pequeña habitación con una sola ventana. Su esposo Otto decidió construir un tragaluz en el techo del edificio principal, para que su esposa trabajara mejor. Allí pasó largas horas pintando. 

La relación familiar, no obstante, tenía sus discrepancias. En su diario, Otto afirmó que la vida conyugal se desarrollaba mejor de lo que pensaba. Pero Paula, en una carta que escribió en la Navidad de 1902, dejó entrever lo contrario. Ambos buscaban diferentes cosas, Otto anhelaba la tranquilidad de la comunidad de Worpswede y ella el contacto y las experiencias con el mundo exterior. 

Mientras estuvo en París, en 1900 y también en 1903, tomó lecciones de anatomía en la Escuela de Bellas Artes. “El trabajo es mi felicidad”, le escribió a Otto, en francés, durante su segunda estancia.

“El matrimonio es una decepción”, narró en su diario: “En el matrimonio, el sentimiento de incomprensión se redobla. […] Escribo esto en mi diario de gastos, Domingo de Resurrección de 1902, sentada en mi cocina preparando un asado de ternera” 

En la capital francesa se interesó por una escultura expuesta en el Salón de los Independientes y luego visitó al escultor Bernhard Hoetger en su taller. A su vez Hoetger deseó conocer las obras de Paula, quedando sorprendido por las mismas.  

El reconocimiento a su labor, de parte de un artista importante, seguramente la hizo inmensamente feliz. Hasta ese entonces solo había encontrado apoyo en Worpswede, en su marido y en Rainer María Rilke.

El 23 de febrero de 1906, abandonó Worpswede, y a su marido, trasladándose nuevamente a Paris. Sin embargo Otto seguiría insistiendo en que volviera y no dejó de brindarle soporte económico.  

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Fotografia de Paula Modersohn Becker, París, 1906.
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Paula Modersohn-Becker, Autorretrato desnudo con collar de ámbar, 1906, óleo sobre cartón, 62,2 x 48,2 cm (Museen Böttcherstraße, Museo Paula Modersohn-Becker, Bremen).

En sus cartas desde París solicitó dinero a su  esposo para pagar el alquiler, y para los honorarios de las modelos. Su estudio estaba infestado de pulgas, y había una ola de calor insoportable, pero ella igual siguió trabajando. Realizó 80 cuadros en 1906.

En sus diarios destacó el amor por su esposo pero también la necesidad de consagrarse como artista, es por eso que deseaba retrasar la maternidad.
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Fotografía de Paula y su hija  Mathilda, “Till”.

De todos modos volvió con Otto. Él fue a buscarla a París a fines de 1906. Bernhard Hoetger, posiblemente incidió al convencerla de la difícil situación que transitaría al garantizarse ella misma su propia subsistencia. 

Unos meses después quedó embarazada, y el 2 de noviembre de 1907, dio a luz a su hija. Padeció un parto complicado y se le indicó guardar reposo en cama por unos días, como se acostumbraba en esa época. Pero desafortunadamente 18 días después la alegría se convirtió en tristeza, cuando repentinamente Paula murió. El día que el médico le permitió levantarse, pidió un espejo, se trenzó el pelo, salió de la cama y cayó al suelo. 

Paula Modersohn-Becker murió por una embolia pulmonar el 20 de noviembre de 1907. Tenía tan solo 31 años. Una muerte innecesaria como solían morir las mujeres en aquella época, una muerte pasada de moda, se podría decir, que Rilke recordó en "Requiem para una amiga”.

La artista fue enterrada en el cementerio de Worpswede. 

Paula justo ella.. quien el año anterior, en 1906, había empezado a pintar una serie de autorretratos que marcarían el comienzo de un siglo de expresión vanguardista de las mujeres. 

Aproximación a la obra “Autorretrato en el sexto aniversario de bodas” (1906):

Durante el último período parisino de pintura, produjo sus primeros autorretratos de desnudos, sin precedentes para artistas femeninas, así como retratos de sus amigos, incluidos Rainer Maria Rilke y Werner Sombart. 

Paula se mostró increíblemente optimista sobre su progreso artístico durante su última estadía en París. Escribió una carta en mayo de 1906 a su hermana mayor, Milly Rohland-Becker: "Me estoy convirtiendo en alguien; estoy viviendo el período más intensamente feliz de mi vida”.

En “Autorretrato en el sexto aniversario de bodas” de 1906 se pintó desnuda como ninguna otra pintora lo hizo, también se sacó una serie de fotos sin ropa, posiblemente la fotógrafa haya sido su hermana Herma que para ese entonces se encontraba en París, o Rilke, o su mejor amiga.  

Es una obra de tamaño natural, en donde aparece la simplificación de un fondo radiante con apenas unas hojas por detrás.

Los historiadores de arte se han quedado perplejos con esta pintura. ¿Significa que ella anhelaba un hijo? ¿O era así su figura?

En una carta escrita a su esposo Otto, sostuvo: “Un niño ya no es posible…”, aunque luego de todos modos volvería con él y quedaría sin ninguna duda embarazada.

Otto no estaba contento, con el arte de su esposa.  “Admira las imágenes primitivas, lo cual es muy malo para ella. Debería estar mirando pinturas artísticas…. las mujeres no lograrán fácilmente nada adecuado “, expresó

Al igual que otros artistas, Paula estaba interesada en el arte primitivo, y en las máscaras africanas como lo estuvo Picasso. No solo las conoció en los museos de Paris, sino también en el Museo Etnológico de Berlín.

la influencia de Gauguin en sus retratos de tahitianas y esa clase de obsesión con la maternidad.
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“Madre e hijo reclinados”, 1905-6, Paula Modersohn Becker.

Algo realmente peculiar es que realizó una serie de madres desnudas amamantando. Nuevamente retomó la temática de las campesinas, sin religiosidad, sin expresiones felices, más bien resignadas.

Otto se mantuvo obstinadamente en su caballete y en su forma de pintar, mientras que ella leía el diario tahitiano de Gauguin.

En 1937, setenta de sus pinturas fueron excluidas de los museos alemanes, y catalogadas como "arte degenerado”, por el nazismo.
El ojo del arte: ”Autorretrato en el sexto aniversario de bodas”, de Paula Modersohn Becker, la primera artista expresionista alemana
  “Madre e hijo”, ca. 1903, Paula Modersohn Becker

La publicación póstuma de las cartas de Modersohn-Becker a su madre la convirtieron en una especie de figura estelar, con múltiples exposiciones y un museo dedicado a su obra.

(*) La autora es licenciada en Historia del Arte.

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