“Peggy,” el triste retrato de abuso doméstico

En la publicación Alice Neel pinta escenas y retratos de la vida en Harlem de 1950, la artista sostuvo: “Nunca me he sentido extraña en East Harlem debido a la excelente y hospitalaria humanidad que encuentro a mi alrededor. East Harlem es como un campo de batalla del humanismo, y yo estoy del lado de la gente de allí”.

Según escribió Denise Bauer en su ensayo Retratos de mujeres feministas e izquierdistas de Alice Neel, Peggy era la vecina de Alice y para la época en que se pintó el cuadro, la artista vivía en Harlem con sus dos hijos pequeños, Richard y Hartley, y su pareja, el fotógrafo y cineasta Sam Brody. 

Alice solía contar la historia que Peggy fue encontrada muerta en su cama una mañana después de tomar una sobredosis de pastillas para dormir; su marido borracho había dormido junto a su cadáver toda la noche.

En este retrato, la joven mujer golpeada por su marido está recostada sobre un almohadón azul eléctrico que contrasta con el verde estridente de su remera, el espacio circundante es impersonalizado solo a un costado se observa una naturaleza muerta con tres frutas en un bowl.

Sus brazos se extienden y flexionan de tal manera que las manos son las encargadas de señalar, sin intención, la tragedia personal. Una de las mismas se retuerce y se apoya sobre la mejilla como si ella misma tratara de efectuarse un puñetazo y en la otra mano, el dedo índice nos conduce al magullón de su rostro en donde el rulo que forma parte de su flequillo encierra otro de los hematomas. 

Los apéndices de sus dedos son tan enérgicamente bellos como los que pintaba el exultante Egon Schiele, solo él alcanzaría ese electrizante gesto nervioso.

Pero lo que más conmueve es la deslustrada mirada de Peggy, absorta y resignada al preludio de su desenlace. Porque ella sí existió, ella fue de carne y hueso como  sus espectadores.  

El poema La esencia humana de William Blake exalta la empatía que  experimentamos ante el dolor ajeno:

No existiría la Piedad

si no hiciéramos pobre a alguien;

y no haría falta la Misericordia

si todos fuesen tan dichosos como nosotros…

El Museo Metropolitano de Nueva York realizó una retrospectiva de Alice Neel: People Come First (La Gente es lo Primero). Y ahora la muestra itinerante se exhibe desde el 17 de septiembre del 2021 hasta el 6 de febrero de 2022 en el Guggenheim Bilbao, de España.

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El momento de reivindicación ha llegado

 
Lo que ha estado ocurriendo en los últimos años en el campo del arte es la revalorización a las artistas mujeres que muchas veces fueron olvidadas y excluidas en la Historia del Arte. Estas manifestaciones no son nuevas llevan décadas de reclamo por parte del feminismo. 

En 1971, Linda Nochlin publicó el artículo ¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres? (Why Have There Been No Great Women Artists?) en la revista ARTnews. Se trata de un texto fundacional de la teoría artística feminista. La respuesta a ese interrogante, es que sí las hubo, pero la verdad es que gran parte de ellas fueron excluidas del relato histórico. 

Actualmente se viven tiempos de cambio y por lo visto más justos con los derechos de la mujer. Un claro ejemplo es “Marginalias” la mayor y mas exhaustiva retrospectiva que se está llevando a cabo de la artista feminista Ida Applebroog, en el Museo Reina Sofia de Madrid. Lo que comparte Applebroog con Neel son las preocupaciones constantes que la han acompañado a lo largo de su vida como la violencia; el poder, las políticas de género o la sexualidad femenina.

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En el caso de Alice Neel, “La Gente es lo Primero” se incluyó los primeros paisajes urbanos de los años treinta y también los artistas, celebridades, vecinos, mujeres embarazadas, inmigrantes y miembros de la comunidad LGBTQ que formaban parte de las redes personales de la pintora. 

En cada retrato existe una contemporaneidad absoluta, que emana esa vitalidad de vida que Neel se encargó de capturar. Muchos de sus retratados se convirtieron en amistades que duraron para toda la vida.

El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
  Jackie Curtis y Ritta Reed, 1970.

La obsesión por pintar más allá de las desgracias:

Alice Neel fue una retratista que se corrió de lado del avant garde artístico de los años cuarenta y cincuenta llamada La Escuela de New York., lo que imperaba era el Expresionismo Abstracto, pero lo que más le interesaba era pintar retratos de la gente, prefería ser, “una coleccionista de almas”, como ella misma se definía…”Pinto para intentar revelar la lucha, la tragedia y la alegría de vivir”, según publicó The New York Times en 1976. 

El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
Alice Neel circa 1940.

La artista había nacido el 28 de enero de 1900 en Merion Square, Pensilvania. Su padre, George Washington Neel, fue contable del ferrocarril y con su esposa Alice Concross Hartley tuvo cinco hijos. Alice fue la cuarta de una familia de clase media. 

Parte de la vida de Alice Neel fue signada por la tragedia, su hermano Hartley falleció por difteria al poco tiempo del nacimiento de la artista. Esa misma enfermedad en el futuro también se cobraría la vida de su primera hija.

El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
Central Park 1959.

Considerada una de las grandes retratistas del siglo XX, por el curador Barry Walker, su estilo evolucionó hacia un expresionismo en donde se destaca el gran manejo del color y la línea que enfatiza el espíritu y la personalidad de los retratados.  

En 1925, Neel recibió el premio Kern Doge a la mejor pintura de su clase, y también finalizó sus estudios, recibiéndose en la escuela donde asistió.

El 1º de junio de ese mismo año se casó en Colwyn, Pensilvania, con el pintor cubano Carlos Enríquez, perteneciente a una familia de clase alta. Al poco tiempo se mudó a la Habana donde vivió en una mansión y llevó una vida acomodada. En la ciudad se relacionó con la vanguardia cubana, un grupo de jóvenes pintores, escritores y músicos y a partir de ese momento se acentuó su compromiso político y de igualdad.    


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El 26 de Diciembre de 1926 nació su hija Santillana. Luego abandonaron la Habana y se trasladaron a Nueva York, pero desgraciadamente antes de cumplir un año su pequeña hija falleció a causa de la difteria. Gran parte del trauma se vio reflejado en su obra. 

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Clínica de bebés sanos, 1928.

El 24 de noviembre de 1928, nació en Nueva York su segunda hija, Isabella Lillian, llamada “Isabetta”. En la obra “Clínica de Bebes Sanos”, que pintó inspirada por el nacimiento de la misma, se puede observar el sentimiento de ansiedad, ocasionado por la pérdida de la primera beba: más que un hospital de maternidad parece una clínica neuropsiquiátrica. La obra se exhibió en la primera muestra de la “Exposición de arte al aire libre en Washington Square”.

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En la primavera de 1930, su marido decidió regresar a Cuba llevándose consigo a la hija de ambos, para luego marcharse a París, pero sin su esposa, porque no tenia dinero para comprar un pasaje para ella. Alice, en su madurez, argumentó que su esposo pertenecía a una familia rica, pero incapaz de ganar dinero por sí mismo: “Carlos se fue. Las noches fueron horribles al principio... Soñé que Isabetta moría y la enterrábamos justo al lado de Santillana ".

Neel fue hospitalizada en varias ocasiones por intento de suicidio. La enviaron a la sala de suicidios del Hospital General de Filadelfia hasta después de Pascua. Enríquez la visitó, pero luego regresó a París. A finales de la primavera fue trasladada a la sala de suicidios de Gladwyne Colony, un sanatorio privado también en Filadelfia, dirigido por el doctor Seymour DeWitt Ludlum, en donde, como parte de la terapia, la animaron a seguir pintando y creando. 

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Carlos Enríquez y su hija Isabetta.

En 1934 las cosas se encaminaron y se volvieron estables en su vida. Ese mismo año alquiló una casa junto con su madre en Belmar, la costa de Nueva Jersey. Su familia de origen pasó el verano con ella, y también visitó su pequeña hija de seis años Isabetta, que para entonces vivía en Cuba. Allí pintó un bello retrato de la niña.

Al año siguiente, el amor de otro hombre llegó a su vida, esta vez el portorriqueño José Santiago Negrón, un cantante de clubes nocturnos, quien dejó a su mujer e hija para irse a vivir con la artista. Se trasladaron al Harlem hispano. En 1939 nació Richard el hijo de ambos. 

Nueva York fue su musa, la ciudad de los rascacielos abrumadores donde las almas de los transeúntes próximos a estos gigantes se han de volver frágiles y vulnerables al esplendor de sus luces. Vivía y trabajaba en la ciudad, ya sea en el Bronx, Greenwich Village, Harlem o en el Upper West Side.

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 Acción de Gracias, 1965.

Pero la felicidad duró poco y nuevamente Alice fue abandonada por su pareja en 1940. 

retratos conmovedores de su estancia en el Harlem
El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
T.B. Harlem, 1940, retrato de Carlos Negrón.

En enero de 1940, dos meses después de que José Santiago Negrón abandonara el hogar, Alice Neel conoció a Sam Brody en una reunión de Works Progress Administration (WPA). Se lo presentó la escultora Blanche Angel, con la excusa que seria un buen fotógrafo para retratar a su hijo Richard.  

Sam Brody fue un miembro fundador de la Liga de Trabajadores de Cine y Fotografía, una organización de cineastas, fotógrafos y escritores que comenzó en 1931, dedicada a utilizar el cine y la fotografía para el cambio social, y presentar, en formato documental, la Gran Depresión desde una perspectiva marxista. Alice Neel recordaría en una entrevista de 1959: “Era un fanfarrón, tan intelectual. Vino a casa conmigo esa noche. Y, por supuesto, se enamoró de mí de inmediato. Fue muy galante cuando se enamoró. Me traía flores y venía todos los días. Me dijo que se había divorciado de su esposa porque ella tenía una aventura con un viajante".

El 3 de septiembre de 1940, nació Hartley Stockton Neel, hijo que tuvo junto al cineasta. Aunque era bastante más joven que Alice, fue la pareja que mas le duró. Fue una relación tumultuosa y abusiva por parte de Brody, un hombre muy celoso. Vivieron juntos, con intervalos, por casi 20 años. 

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Hartley con un gato, 1969.

En noviembre de 1942 se mudó con sus hijos a un departamento del tercer piso en 21 East 108 Street, entre la Quinta Avenida y Madison Avenue, en el Harlem hispano, donde vivió y trabajó durante los dos décadas.

Del 26 de diciembre al 13 de enero de 1951, realizó su primera exposición individual  y mostró 17 pinturas en la Galería ACA.  

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Alice Neel con su amante John Rothschild, 1935 ( Esta obra refleja un momento de su larga aventura, desprovista de todo sentimiento romántico)

Del 23 de abril al 23 de mayo se exhibieron 24 pinturas en una muestra individual en el New Playwrights Theatre, de Nueva York. Mike Gold, fue el organizador de la muestra, un tributo a Neel por parte de otros artistas. Gold sostuvo en el folleto de la exposición: “Alice Neel es una pionera del realismo socialista en la pintura estadounidense".

En la primavera de 1960 pintó dos retratos a Frank O’Hara, poeta, crítico y curador del Museo de Arte Moderno, (MOMA). 

Del 4 al 17 de septiembre realizó una exposición individual en la Old Mill Gallery, Tinton Falls, de Nueva Jersey. En diciembre formó parte de la exhibición de la Galería ACA, junto con Jonah Kinigstein, Anthony Toney y Giacomo Porzano.   

El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
 Kate Millet, 1970.

El 31 de agosto de 1970, el retrato de Neel de Kate Millett, considerada una escritora clave del feminismo contemporáneo, apareció en la portada de la revista americana Time, por un artículo sobre La política del sexo

a editora de arte de Time, Rosemary Frank, periódicamente le seguiría pidiendo a Neel retratos de figuras destacadas
El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
Andy Warhol, 1970.

En octubre, pintó a Andy Warhol que fue fotografiado por Brigid Berlin. En el retrato aparece con el torso desnudo, dejando al descubierto las cicatrices de la cirugía que le salvo la vida. Valerie Solanas, una mujer con trastornos psiquiátricos, había intentado asesinarlo disparándole tres tiros. "En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos", solía decir Warhol.

Del 13 de octubre al 7 de noviembre expuso en la Graham Gallery. El crítico y artista Lawrence Campbell, en la revista ArtNews, realizó una reseña en donde sostuvo: ”La señorita Neel parece detectar una debilidad oculta en sus modelos que arrastra, gritando, hacia el claro resplandor del día”.  

El ojo del arte: Alice Neel, la coleccionista de almas
Julie y Algis, 1967.

A mediados de los años setenta comenzó gran parte de su consagración. La Academia de las Artes y Letras la incluyó en 1976 y tres años después el presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter la presentó con el premio "National Women's Caucus for Art". 

En octubre de 1980 realizó su Autorretrato, el cual fue exhibido por primera vez en Autorretratos Estadounidenses Seleccionados del Siglo XX en la Galería Harold Reed. Se pintó con 80 años, desnuda y sin idealizar. En la obra se vislumbra el coraje y determinación  en la manera que se retrató. 

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Alice autorretrato, 1980.

Para esa época, Alice Neel sufrió complicaciones de salud y sus hijos Richard y Hartley decidieron internarla en el Hospital General de Massachusetts en Boston, donde le insertaron inmediatamente un marcapasos para regular su frecuencia cardíaca.

Pero las exhibiciones siguieron: del 5 de febrero al 1 de marzo de 1981 se realizó una retrospectiva en la C. Grimaldis Gallery de Baltimore.

En Julio de ese año viajó a la Unión Soviética con sus hijos y nueras y varios nietos para una exposición individual de su trabajo en la Unión de Artistas de Moscú, organizada por Phillip Bonosky, corresponsal del Daily Worker de dicha ciudad.

Murió el 13 de octubre de 1984, a los 84 años, en su amada Nueva York, en la época de su merecida consagración.