Especial El ojo del arte

Nicolás Avellaneda es uno de los grandes personajes de nuestra historia. Presidente entre 1874 y 1880, fue el gran promotor de la inmigración, la universidad pública y la federalización de Buenos Aires. Decenas de bustos, esculturas y cuadros lo homenajean en varias partes de la Argentina. Uno de los monumentos más significativos es el que creó el gran artista José Fioravanti, que está emplazado en los Bosques de Palermo.

Ubicado en la Plaza Holanda, a metros de Avenida del Libertador, entre las calles Fray Justo Santa María de Oro y John F. Kennedy, la obra fue esculpida en mármol y reposa sobre un enorme basamento de piedra. Coronado por la figura del ex presidente, debajo cuatro figuras femeninas miran hacia los cuatro puntos cardinales. Alrededor hay relieves que representan diferentes sucesos vinculados con el proceso de federalización de la ciudad de Buenos Aires. Inaugurado en 1935, poco antes de cumplirse el centenario del nacimiento del prócer tucumano, el monumento es uno de los más importantes de la Ciudad.

José Fioravanti fue uno de los artistas argentinos más destacados del siglo XX. Se formó de manera autodidacta y se perfeccionó en Europa, donde expuso en varios países. Durante su presidencia, Marcelo T. de Alvear le encomendó la realización de decoraciones escultóricas en el vestíbulo de la Casa Rosada y pronto su obra se haría prolífica y significativa.

Colaboró junto a Alfredo Bigatti en la realización de las esculturas del Monumento Nacional a la Bandera en Rosario. Entre sus obras más destacadas, además, se encuentran el monumento a Roque Sánez Peña, en el microcentro porteño; los lobos marinos de la Rambla de Mar del Plata; y el imponente monumento a Simón Bolívar en Parque Rivadavia.

Su obra presenta dos modalidades formales que responden a períodos diferentes: el modelado en arcilla de sus inicios, y la talla en piedra, a partir de 1925. La producción escultórica correspondiente al primer período es intimista, elegante, y posee una estilización que registra lo expresivo, lo decorativo y lo simbólico, mientras que sus obras de la segunda etapa artística se destacan grupos escultóricos y monumentales como los ya mencionados.

Fioravanti supo combinar el clasicismo con la modernidad y a eso darle un sentido nacional. Para muchos, de hecho, fue el iniciador de un estilo y de un modo de expresión que confiere al arte de la Argentina un aspecto distintivo. Todo eso está expuesto en su monumento a Nicolás Avellaneda.