El fenómeno de Paul McCartney y Caetano Veloso: a los 80 años siguen activos, graban y salen de gira
El ex beatle y el notable músico brasileño son dos de los varios ejemplos de músicos del mundo que a la edad del hipotético retiro no solo están llenos de planes, sino que lucen un vigor que deberían envidiar los más jóvenes.
En un hecho sin precedentes en la historia de la industria del espectáculo, una serie de grandes músicos del mundo están demostrando que tener ochenta años hoy no implica la obligatoriedad de pasar a cuarteles de invierno, al menos para aquellos que han sabido cómo afrontar el delicadísimo asunto del paso del tiempo.
Paul McCartney acaba de festejar sus 80 mientras se divierte con una gira de tres meses por Estados Unidos, que marca el inicio de sus actividades 2022-2023, tras dos temporadas de receso obligatorio por la pandemia mundial, y brinda shows que se extienden durante casi tres horas, sin que el público note en momento alguno que está haciendo un esfuerzo excesivo.
Luego de haber publicado un notable disco llamado “Meu coco”, cuyas canciones defendió en una gira que lo llevó a Europa, en Rio de Janeiro Caetano Veloso celebró el domingo pasado su llegada a los 80 con un concierto especial, en que cantó, bailó, se divirtió y emocionó junto a sus tres hijos varones Moreno, Zeca y Tom, y a su hermana, María Bethania.
Los fans de McCartney y Caetano sabrán que son artistas complemente actualizados en el mundo de las tecnologías: comunican a través de Twitter e Instagram, sus shows brillan en vivo y en streaming, la concepción de la obra contempla todas las plataformas, su comunicación sabe que sus públicos integran a una nueva aldea global, repleta de seguidores a distancia, que merecen un tratamiento diferenciado.
El infatigable Mick Jagger, al borde ahora de los 79, y luego de haber tenido un trastorno cardíaco que motivó una intervención quirúrgica, anda retozando por los escenarios con una condición atlética que deben envidiar artistas del género con la mitad de su edad.
El mundo sabe desde hace medio siglo que Jagger es un prodigio físico, en muchos aspectos, además de un ícono sexual de dimensiones incalculables hoy, pero lo más notable es todo lo que hace para estar siempre a la altura de las expectativas más elevadas sobre la longevidad activa: tuvo su octavo hijo a los 73, luego de un romance con una joven llamada Melanie Hamrick, que tenía entonces 29.
Aunque en los tres casos las genéticas sean privilegiadas está claro que se trata de artistas que durante muchos años consumieron sustancias que no ayudan a mantener la buena salud, pero huelga decir que supieron como congeniar los posibles excesos con rutinas más saludables y médicos experimentados, y que terminaron privilegiando los cuidados físicos sobre el hedonismo, con resultados que están a la vista.
Jagger, que en la actualidad corre un promedio de veinte kilómetros en cada show de The Rolling Stones, narró la semana pasada como se cuida para salir a escena a esta altura de su vida: “En las giras, que son divertidas, es esencial el descanso. Me voy a la cama temprano la noche anterior, como a las 2:00 am y duermo bastante. Si me despierto antes, no me siento óptimo para el show”.
La longevidad y la buena salud no son una constante en la cultura del rock, pobladas de teorías un poco escandalosas sobre la importancia de vivir rápido, morir joven, y dejar un cadáver de buen aspecto: no es un secreto de que formas, a sus 27 años, murieron Brian Jones, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Jim Morrison, y luego Kurt Cobain y Amy Winhouse.
En la Argentina, además de la muerte de Tanguito en extrañas circunstancias en los setenta, el final de la década siguiente se llevó la vida de Luca Prodan, Miguel Abuelo y Federico Moura, y todo el mundo sabe que se fueron después muy antes de tiempo, casi como una broma macabra del destino, estrellas como Pappo, Gustavo Cerati y Luis Alberto Spinetta.
Pero eso, la muerte joven, o más o menos joven, o en circunstancias extraordinarias de personas que tuvieron conductas de consumos problemáticos es menos sorprendente que esta oleada de pares que al cumplir una edad que simbólicamente está relacionada con la senectud siguen al pie de sus cañones, convirtiéndose en insospechados ejemplos.
En la Argentina, en que la escala del estrellato es menor que la que rige en el Primer Mundo Musical es llamativo el caso de Willy Quiroga, miembro fundador del grupo Vox Dei, que no solo está participando de la celebración de los cincuenta años de “La Biblia”, sino que viene de presentar, en un show de La Renga, una nueva banda, a los 82 años.
“Siempre escuché que había que ir para adelante, parece que eso prendió en mí”, reflexionó Quiroga cuando le preguntaron en una entrevista si había un secreto para su permanencia activa en un mundo tan ajetreado. “Yo solo puedo pensar para adelante. Sé que la vida tiene un final, pero mientras tanto voy a seguir adelante. Es algo que está más allá de mi comprensión”.
Dos años más chico que su colega, el mítico Moris publicó en 2020 un nuevo disco junto a su hijo Antonio Birabent, y desde el final de la parte más dura de la pandemia están presentándolo en clubes y auditorios medianos, en conciertos en qué, además, como ocurre con el resto de los rockeros veteranos, suenan los clásicos del pasado, como, en su caso, "El oso", "Ayer nomás" y "Pato trabaja en una carnicería".
Un caso para no ignorar es el de Tina Turner, que formalmente abandonó los escenarios hace tiempo y vive en Suiza con un marido 16 años menor, pero cuando concreta apariciones por sorpresa, a los 82 años, sigue transmitiendo una potencia que impresiona, siempre montada en unos zapatos que le permiten el lucimiento de las que fueron llamadas las mejores piernas del planeta.
En Brasil también sigue en plena actividad una estrella musical con 60 años de carrera como el ex Ministro de Cultura del gobierno de Lula Da Silva Gilberto Gil, que cumplió sus 80 el pasado 26 de junio y es protagonista de una serie televisiva familiar, y a sus 78 años Chico Buarque de Hollanda sale de gira después de haber festejado el medio siglo de su mejor canción, “Construcción”.
En la Argentina, el médico gerontólogo Carlos Preman publicó este año un libro llamado “Vivir 100 años” en que plantea, en base a su experiencia con adultos mayores, que la longevidad es un logro colectivo, no individual, porque aquellos que la transitan suelen ser parte de una cadena de afectos o cuidados y de calidades de vida.
“Todos llevamos un viejo adentro”, plantea este médico cordobés, que sostiene que hay que afrontar el tema inevitable del paso del tiempo con una estrategia previa, que debe sumar al buen vivir el buen morir. “Una sociedad que no se piensa en el tiempo, que niega su propio envejecimiento, no advierte el futuro. Nunca hay que olvidar que el viejo soy yo, más tiempo”.