El buen Doctor
Se cumple un año de la muerte de Dr. John, uno de los músicos más emblemáticos de Nueva Orleans.
Por Martín Sassone
Su corazón dijo basta hace un año y eso nos partió un poco el corazón a todos. Malcolm John Rebennack Jr, a quien llamaban Mac, aunque era más conocido por su nombre artístico de Dr. John, era el hijo pródigo de Nueva Orleans.
Su muerte conmovió y todavía estremece porque, con 77 años, era uno de los últimos bastiones de una era dorada de la música contemporánea. Dr. John siempre fue un arcoíris musical: combinó distintos estilos como jazz, R&B, rock and roll, blues, funk, psicodelia y los ritmos de los indios del Mardi Gras. Esa paleta multicolor le confirió el estatus de referente absoluto de Nueva Orleans y lo convirtió en una figura icónica, su mejor embajador.
Dr. John's Gumbo plasmó su música en decenas de discos, desde el primero, Gris-Gris, de 1968, hasta el último, un homenaje a Louis Armstrong que llamó Ske-Dat-De-Dat: The Spirit of Satch y editó hace cinco años. En el medio, lanzó grandes álbumes como Dr. John's Gumbo (1972), In the right place (1973), City lights (1978), Dr. John plays Mac Rebennack (1981), Going back to New Orleans (1992), Duke Elegant (2000), N'Awlinz: Dis Dat or d'Udda (2004) y su obra cumbre junto a los Black Keys, Locked down (2012), que le valió su sexto y último Grammy y el reconocimiento de la nueva generación. En cada uno de esos discos siempre mantuvo el espíritu de la ciudad, sus alegrías y tristezas, y su profunda y arraigada tradición.
Su abuela le había enseñado a tocar el piano cuando era un niño y, con el tiempo, logró adquirir la destreza suficiente para situarse a la altura de otros grandes pianistas de la ciudad como Fats Domino, Professor Longhair y Alain Toussaint. Fue Toussaint quien alguna vez dijo sobre Dr. John: "Toca como camina, sin apurarse nunca. Nunca ataca al piano, lo acaricia". Pero antes, en la adolescencia se volcó a la guitarra porque era un instrumento con el que creía que iba a conseguir trabajo más fácil como músico. Pero un disparo en una mano en un confuso episodio lo condicionó con las seis cuerdas y lo obligó a volver al piano, aunque cada tanto, especialmente en sus shows en vivo, solía tomar la guitarra en uno o dos temas. Estuvo preso por vender drogas y sufrió la adicción a la heroína, pero pudo sobreponerse a todo y construir una carrera musical imponente en la que, además de sus innumerables pasos por lo estudios de grabación, tocó alrededor del mundo y compartió escenarios con figuras como Johnny Winter, B.B. King, Mike Bloomfield, Eric Clapton, James Cotton, Bruce Springsteen, Mavis Staples y John Fogerty, Algunos de ellos, también, participaron de un justo homenaje en vida, que fue editado en cd en 2016 bajo el título de The Musical Mojo of Dr. John: Celebrating Mac & his Music.
Algunas apostillas de su carrera son sus participaciones en la serie Treme, de David Simon, que narra historias de vida tras el paso arrasador del huracán Katrina; su colaboración en la película de Disney, La Princesa y el Sapo; o su eterno y estrafalario vestuario cargado de colores y voodoo.
El Buen Doctor se fue el 6 de junio de 2019 y Nueva Orleans no volvió a ser la misma. En algún punto Mac era como el barco de vapor que recorre el río Mississippi, como el Barrio Francés o el jambalaya. Pero quedan sus canciones, himnos de toda una ciudad.