Por Gisela A. Asmundo.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

“El beso” 1897, óleo sobre lienzo, 99 x 81 cm. Museo Munch, Oslo.

«Dos labios ardientes contra los míos, el cielo y la tierra se desvanecieron y dos ojos negros miraron dentro de los míos.» E. M.

Al tratar de dar una descripción sobre una obra es importante ubicar su creación en el contexto histórico.

Por otro lado la obra de arte posee atributos que hablan por si sola y que se desprenden más allá de la intención del artista. Es por eso que cuando nos encontramos ante ella nos insinúa cuestiones que se escapan a su época y que la vuelven atemporal.

Del ambiente radical a finales del siglo XIX del cual formó parte E. Munch en su juventud, en torno a la bohemia de Cristianía (actual Oslo) liderada por su amigo el escritor Hans Jæger, le llegó la idea de «pintar sobre su propia vida» y de elegir un lenguaje cercano al habla.

Escritores, pensadores, artistas y estudiantes se juntaban en un bar para protestar en contra del orden del momento, este grupo discutía hasta bien tarde en la noche, sobre temas como el nihilismo; la anarquía; los estudios de Charles Darwin; Karl Marx; el pensamiento existencialista de Søren Aabye Kierkegaard y Nietzsche; el rol de la mujer burguesa y sobre el amor libre.

Estaban en contra de los preceptos cristianos y morales, considerando que la sociedad estaría más feliz si se le permitía desarrollar libremente los instintos de deseos y lujuria.

El escritor y amigo August Strindberg, conocía muy bien a E. Munch, y lo describió de esta manera: “…pintor esotérico del amor, de los celos, de la muerte y la tristeza” con motivo de la exposición de Paris en 1896, en La Revue Blanche.

Las fuerzas que guiaron la ejecución de sus obras, fueron los pensamientos sobre la soledad humana; el abandono; la desesperación; la angustia; los celos; la lucha entre los sexos; la desconfianza y la alienación.

Los cuadros de Munch son narrativos, de la misma manera que lo son sus escritos, puesto que los motivos suelen ser escenas vividas, el pintó más que nada lo que vivió y no lo que veía.

La pintura del "El beso” puede ser considerada una manifestación universal, ¿pero qué significó para Edvard Munch?

Esta obra fue exhibida desde 1903 y actualmente se encuentra en el Museo Munch, en Oslo.

Munch experimentó con el motivo de una pareja besándose, en pintura y grabados sobre madera, desde 1888. En las múltiples realizaciones de este motivo existe un contraste entre el mundo dentro y fuera de la habitación en donde la pareja se encuentra.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

La obra formó parte de los trabajos que se albergaron dentro de lo que se denominó “El friso de la vida” el conjunto y conglomerado de obras que E. Munch realizó a lo largo de treinta años.

Ver más: "La Fornarina", la mujer amada por Rafael

Aproximación a la obra:

En "El beso” de E. Munch se podría dilucidar no solo la entrega y la pasión entre un hombre y una mujer sino la fusión absoluta de ambos, el escape a la angustia de la existencia.

El beso desdibuja la individualidad de cada rostro para volverlo uno solo. La línea que define el contorno de los cuerpos de las figuras delimita el volumen y fusión de la pareja. La línea también dibuja un solo magma corporal que replica en ecos de lineas ondulantes que se desprenden de la unión de ambos. La atmósfera del lugar está impregnada por halos de energía y sentimientos que emanan de las figuras.

La composición se conforma de pinceladas libres y anchas a modo de mancha y en un equilibrio de colores cálidos y fríos. Los tonos verdiazules y rojizos borgoña se extienden con pinceladas que se funden en la tela, donde el artista practicó con un cuchillo o con la espátula profundas incisiones.

Edvard Munch comentó que solía volver a intervenir sus pinturas, el rascado de las mismas, lo realizaba diluyendo trementina para volver a encontrar las primeras capas. Raspando a medias y dejando materia para descubrir que sus ojos participaban en su impresión. Con la intención de sugerir sombras en la pintura y plasmando una manera característica de pintar al conferir en sus obras un aspecto visionario.

En el extremo superior derecho próximo a la figura femenina aparecen una serie de óvalos rojos espectrales. Salvando las diferencias formales, esas figuras rojas me remiten a un autorretrato que realizó Munch en 1891-92. En el se pintó de joven y por encima de su cabeza representó una máscara de mujer, la obra denota su aspecto simbólico. Es uno de sus primeros autorretratos, pero el pintor ya sentía la presencia de la mujer como una obsesión que lo angustió toda su vida. La imagen femenina aludiendo al vampiro, mujer fatal, máscara o ser alado.

En palabras de A. Strindberg para la Revue Blanche, de 1896:

“El beso. La fusión de dos seres en donde el más pequeño, como una carpa, parece dispuesto a devorar al más grande, como hacen los microbios, los insectos, los vampiros y las mujeres…”

Obras literarias como “Las Flores del mal” de Baudelaire hacen referencia a ese aspecto de la mujer como un devoradora de hombres. Y estaba en boga en el pensamiento de los intelectuales de la época. "La metamorfosis del vampiro" (Les Métamorphoses du vampire) es uno de los "poemas inmorales" de Charles Baudelaire que fueron censurados de su libro de poemas Las flores del mal, publicado en 1857.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

Edvard Munch. El beso IV, 1902.

Las fusión de las formas del “El beso” son evolucionadas desde el rastreo de un momento específico cuando en el verano de 1885, Munch con veintidós años se embarcó en un romance con Emily “Millie" Ihlen Thaulow. Una mujer dos años más grande casada con el capitán Carl Thaulow. Como señala una breve biografía su condición social era ser una mujer casada y es ahí donde entra el desasosiego de Munch por ella. En sus diarios y apuntes la mencionaba de diferentes maneras, como Madame Heiberg, Madame H, Madame D, Madame T para referirse a esta dama de sociedad, famosa por sus sombreros extravagantes y sofisticados. Es posible que el nombre de Madame Heiberg, fuera inspirado por la actriz danesa Johanne Louise Heiberg (1812-1890) quien era una figura muy conocida en Noruega.

Para Munch que provenía de un hogar muy aferrado al catolicismo, esta relación lo hacía sentir culpable. Ella representaba una mujer de sociedad, con clase, pero decidida a vivir el amor libre como debatían en el grupo de bohemios de Cristianía . El mismo Munch experimentó luego en carne propia el gran dolor que le causó darse cuenta que ella realmente no lo amaba y que además tenía amoríos con otros hombres.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

Emilie Thaulow se volvería a casar seis años después del encuentro con el artista con otro hombre, con un actor y director de teatro en Noruega.

El primer amor de Edvard Munch lo marcaría para siempre.

"Antes de marcharse a París conoció a la mujer que iba a causarle tal vez la pena más profunda y el más terrible daño psicológico y emocional en su vida: Emilie (Milly) Thaulow. Él tenía veintidos años, ella veinticuatro…" (Edvard Munch: Behind the Scream, Sue Prideaux).

image.png
"El beso", de Edvard Munch

Ver más: Sofonisba Anguissola, una mujer fascinante: esta vez la genialidad tuvo rostro de mujer

Edvard Munch:

image.png
"El beso", de Edvard Munch

Autorretrato, 1881 Edvard Munch.

Edvard Munch nació en Loten, Hedmark, el 12 de diciembre de 1863, es considerado por muchos como el más grande de los pintores noruegos, con una profunda influencia en la pintura expresionista, así como en el desarrollo del simbolismo en la década de 1890. El segundo de cinco hijos nacidos del Dr. Christian Munch y su esposa Laura Catherine (Bjølstad), la infancia de Munch estuvo marcada por la mala salud física y mental, tanto de sí mismo como de los miembros de la familia.

El padre era medico militar, pertenecía a una conocida y acreditada familia de intelectuales y de altos funcionarios, pero no era rico y llevaba una existencia austera. En 1864 por motivos laborales se trasladó con su familia a Cristianía (Oslo) con él fueron su esposa, Edvard, y su primogénita Sophie. A los pocos años de dar a luz a sus otros tres hijos Laura moriría de tisis. Poco tiempo más tarde fallecería también de tuberculosis Sophie, la situación económica familiar mientras tanto iba empeorando. Su hermana menor, Laura, fue diagnosticada con una enfermedad mental a una edad temprana. Las enfermedades generalizadas de los niños y la pérdida tanto de su esposa como de su hija hundieron al Dr. Munch en episodios de depresión y mal genio, acompañados de la creencia de que las enfermedades y las muertes eran castigos infligidos a la familia por Dios.

Esos fueron los primeros años de Munch, en su niñez y en su juventud aprendió a vivir rodeado de muerte y dolor, pero los recuerdos de su existencia, los más emotivos quizás de su vida quedarían plasmados en sus propias obras.

En 1878 Edvard Munch se había matriculado en una escuela técnica donde estudió matemáticas y física, gracias a su talento en el dibujo técnico se trasladó al campo de la ingeniería, pero lamentablemente en 1880 su mala salud lo obligó a abandonar la escuela. Fue a partir de ese momento cuando comenzó a dedicarse a la pintura, en 1881 Munch fue admitido en la Royal School of Art and Design en Cristianía, cuyas enseñanzas se basaban en el realismo.

En búsqueda de su identidad se relacionó con el grupo bohemio de Cristianía y concretamente con el escritor Hans Jaeger. Después de esta experiencia va a transcurrir una etapa de su vida en Francia, Paris, Niza, en donde va a estar en contacto con la obra de los pintores impresionistas y post impresionistas, Van Gogh y P. Gauguin van a influir en su obra.

Pero su búsqueda artística iría por otro lado, para Edvard Munch su manera de utilizar los colores, la materia, las incisiones en la pintura y los grabados le sirvieron para liberar sus propias ansias. Su temperamento hermético y esquivo, su timidez y melancolía se perpetuaron en sus obras. El mismo expresaría lo siguiente: “Empecé como impresionista, pero cuando llegaron las violentas tormentas y vicisitudes de la época bohemia, el impresionismo ya no me bastó. Tuve que intentar traducir lo que agitaba mi alma”.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

La niña enferma, 1885–86. La versión original. Nasjonalgalleriet, Oslo.

Continuaría su paso por Berlin en donde aparece su distintivo trazo expresionista.

En el otoño de 1892, por invitación de Verein Berliner Kuenstler (Asociación de Artistas de Berlín), una organización oficial compuesta principalmente por artistas académicos alemanes, Munch viajó a Berlín para montar una retrospectiva de su trabajo. La exhibición se enfrentó con indignación pública y se cerró por la fuerza en unos días.

En 1893 va a pintar su más icónica obra “El grito”, un grito que fue alimentado por su experiencia alemana.

En su diario él va a anotar: “Caminaba por la calle con dos amigos, el sol se ponía , sentí como una oleada de melancolía. El cielo se puso de repente rojo sangre. Me detuve, me apoyé en la barbacana, cansado de muerte. Vi las nubes llameantes como sangre y una espada. El mar y las ciudades de un negro azulado. Mis amigos siguieron caminando. Yo me quedé allí, temblando de angustia, y sentí como un gran e interminable grito que atravesaba la naturaleza.”

image.png
"El beso", de Edvard Munch

"El grito” de Edvard Munch, 1893 - Nasjonalgalleriet.

Con su amigo Strindberg, compartió las crisis existenciales y la pasión por Nietzsche, juntos rozaron el límite de la alucinación y la locura.

El mismo Strindberg escribiría en alusión a los cuadros de su amigo: “Habría que componer música sobre la pintura de Munch."

Las mujeres que pintaría a lo largo de su carrera fueron inspiradas desde su sentimiento de amor y odio que experimentó hacia ellas. Tuvo muchas amantes pero la mas significativa en su vida adulta fue Tulla Larsen, a la cual representó en sus obras. Jamás se casó aunque Tulla insistía en ese tema. Pero el artista vivía angustiado, enfermo y bebía todo el tiempo.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

“Madonna" 1894-5, E. Munch, pintura al óleo, 91 cm x 70,5 cm, Galería Nacional de Noruega.

Más tarde ingresaría por un lapso a una clínica psiquiátrica en Copenhague, en donde escribió e ilustró el poema en prosa Alfa y Omega.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

ALPHA AND OMEGA 1908–09.

Su vida fue larga y prolífica en materia artística, tras salir de la clínica regresó a Noruega y creo su primer estudio al aire libre, en Kragerö, donde empezó a trabajar en los murales de la universidad de Oslo. Luego compraría una propiedad en Ekely, su última morada.

A los setenta años de edad, afectado por una grave enfermedad ocular después de dos muestras retrospectivas en Berlín y Oslo, organizó una exhibición en esta última ciudad para dar a conocer el arte contemporáneo alemán.

Una de las últimas obras que realizó fue “Autorretrato Entre La cama y el Reloj" de 1940-42. En ese autorretrato Munch está de pie erguido entre un reloj y su cama, dos objetos que pueden ser asumidos como símbolos de la espera ante su propia muerte. En la pared están colgados una serie de cuadros, en referencia a su propia obra: ”Todo lo que puedo dar son mis cuadros, sin ellos no soy nada”.

image.png
"El beso", de Edvard Munch

Edvard Munch, Autorretrato. Entre el reloj y la cama, 1940-1943. Óleo sobre lienzo. Munch-museet, Oslo.

Cuando se enfermó gravemente, Munch redactó un testamento que legó todo su trabajo restante: 1,100 pinturas, aproximadamente 18,000 impresiones y una gran cantidad de sus platos, 4,500 acuarelas y dibujos, y seis esculturas, 92 cuadernos de bocetos y numerosas cartas y piezas de correspondencia. —A la Oslo Kommune (Municipio de Oslo).

Murió pacíficamente en Ekely el 23 de enero de 1944, a la edad de 81 años.

Paradójicamente el hombre que temía a la vida vivió muchos años.

Ver más: "El retrato de Wally Neuzil"

Por Gisela A. Asmundo, licenciada en Historia del Arte.