"El Gaucho Martín Fierro" es considerado desde hace más de un siglo como el poema épico nacional, pero detrás de esa medalla se oculta una obra escrita por José Hernández a fuerza de exilio y censura por su enfrentamiento con el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento.

De chico, el escritor había vivido en la frontera en el sur y conocido el campo, los gauchos del frente de batalla y los malones de los pueblos originarios. Allí pudo conocer toda esa vida sufrida y llena de avatares de los hombres de la pampa.

José Hernández, quien supo desempeñarse como periodista y político, fue un férreo defensor del federalismo y, por lo tanto, rival del sanjuanino. El bonaerense se había acercado a Ricardo López Jordán y alistado en sus tropas en los levantamientos entrerrianos de 1871, que fueron sofocados por el Ejército.

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Ante el fracaso de aquella revuelta, el escritor partió al exilió: se afincó en Río Grande do Sul, en Brasil, donde empezó a escribir lo que más tarde se convertiría en un poema trascendental de la literatura argentina.

Un año después, en 1872, regresó al país con el compromiso de no ejercer el periodismo, actividad desde la que había pregonado sus ideas y criticado sin miramientos a referentes unitarios como Sarmiento y Bartolomé Mitre.

En cambio, se volcó a la escritura de esa historia que luego titularía "El Gaucho Martín Fierro": las páginas fueron continuadas en el Hotel de los Inmigrantes y su casa en la provincia de Buenos Aires.

El 28 de noviembre de 1872 el diario La República anunció la salida de la obra y, en diciembre, fue editada por la imprenta La Pampa: salió a la venta en una edición muy barata que en dos meses se agotó y tuvo nueve reediciones.

Pese a que se había alejado de la idea de generar una revolución desde las armas, su nombre fue vinculado a un nuevo intento de levantamiento de López Jordán. Por esa razón, Sarmiento presentó en 1873 un proyecto de ley ofreciendo 100 mil pesos por la cabeza del rebelde y mil pesos por la captura de los “autores de excesos cometidos por la revolución”, entre los que estaba José Hernández.

Pese a que el cuyano estaba al frente del Poder Ejecutivo en ese momento, su iniciativa no prosperó y, por el contrario, el nombre del escritor pasó a ocupar un lugar destacado no sólo en la literatura nacional, sino también en el sentido de nación.

Si bien ya había otros escritores que dieron comienzo al género de la literatura gauchesca, como Bartolomé Hidalgo, Hilario Ascasubi o Estanislao del Campo, fue la obra de Hernández la que logró posicionarse como referencia ineludible.

En sus páginas, el autor expresó la vida del gaucho en el país, su estilo de vida, sus costumbres y su más profunda cosmovisión, inmortalizándola con notables versos que se perpetuaron a lo largo y ancho de la región hispanoamericana.

"Aquí me pongo a cantar/ Al compás de la vigüela", es el arranque de esta obra y palabras que al menos una vez en su vida escuchó la mayoría de los argentinos.

En 1913 Leopoldo Lugones fue el encargado de proponer que "El Gaucho Martín Fierro" fuese considerado como el poema épico nacional, algo que terminó imponiéndose con el correr de los años.