Por Susana Kunzi (*)

Pensar en volver a clases nos produce incertidumbre, preguntas y dudas.

Por el momento, sólo 3 provincias (San Juan, Santa Fe y Santiago del Estero) proyectan la modalidad presencial, el resto trabaja el cómo y cuándo, y se interroga sobre los desafíos que presenta esta nueva etapa y reclama definiciones claras.

Vivimos una experiencia totalmente diferente, que no pudimos empatizar pero que produjo un aprendizaje, aunque de manera distinta. Ante esto, hoy es necesario un nuevo modelo educativo, dónde la tecnología esté presente. Tenemos que hablar de la tecnología al servicio del aprendizaje.

El desafío está en aplicar los nuevos conocimientos adquiridos durante la pandemia para construir una escuela diferente, que se adapte a este siglo XXI, desde un aprendizaje basado en el alumno.

La prioridad hoy no es la información factual, es decir el aprendizaje de datos a nivel memorístico, esto lo encontramos fácilmente en buscadores de internet, por lo que debemos suponer que la tecnología ya está al servicio del aprendizaje.

Así, la conectividad se presenta como fundamental, y debe estar disponible para todos, para mejorar la calidad educativa.

La conectividad nos acerca, y quien no la tenga queda afuera de todos estos recursos.

En este sentido, un reciente informe de Argentinos por la Educación indica que, si bien el 90% de las escuelas mantiene algún tipo de comunicación con los alumnos, sólo la mitad lo hace a diario. Asimismo, los datos revelan que prevalece el método pedagógico asincrónico, con más del 80% apelando al envío de material y actividades por aula virtual, mail, etcétera, y en menos del 20% de los casos se complementa con un intercambio sincrónico, ya sea vía Zoom, Skype u otro.

Este último dato refleja una ausencia, una limitación para que alumnos y docentes se encuentren simultáneamente en una clase virtual. Los motivos pueden ser diversos, ya sea por falta de dispositivos o desmotivación, o bien, por falta de capacitación de los docentes, que carecen de herramientas para llevar a cabo una clase de manera virtual. Y esta falta hoy se encuentra presente en la gran mayoría de los casos repercute en los progresos que los alumnos puedan alcanzar.

Aun cuando todo acabe, el desafío será llevar a la presencialidad lo aprendido en esta pandemia. Y es que quedó demostrado que la escuela puede ser virtual, pero el vínculo es necesario. De este modo, el trabajo docente es irreemplazable, no por el conocimiento en sí del profesional, sino por su humanidad, que hace insustituible lo significativo de su aporte.

El mundo que estamos viviendo nos demanda ser creativos, resilientes y organizados, todo eso se puede aprender. Implica responsabilidad individual y social, nos produce emociones encontradas, esperanza e ilusión del encuentro para compartir el día a día. Incertidumbre de cómo será, la certeza que se afrontará y se encontrarán las soluciones necesarias para el regreso a clases.

La etapa anterior nos dejó algunos aprendizajes, hoy somos conscientes que la vida no es lineal y que todo proyecto puede caducar en un segundo, es ahí donde aparecen los recursos para encontrar las soluciones y continuar. Sin embargo, las ideas están presentes en las instituciones educativas, más allá de los protocolos establecidos a nivel nacional, hoy cada institución se encuentra trabajando en la postpandemia.

Mientras la incertidumbre se mantiene en los docentes, las instituciones y las familias, esa presencialidad demandará estrategias para lograr el objetivo de aprender en un nuevo contexto. Necesitamos encontrar respuestas y re-pensar ese regreso de manera colectiva.

(*) - La Licenciada Susana Kunzi es asesora educativa y directora en Ayudar a Aprender.