Por Andrés Pallaro (*)

Nos toca vivir en la era del cambio y la incertidumbre. El Covid-19 no será una rareza. La dinámica del mundo supone Cisnes Negros.

Disponemos de datos, tecnologías y conocimientos para anticiparnos. Y lo hacemos en muchos casos. Pero nunca seremos infalibles frente a todo lo difícilmente predecible.

Construir sistemas antifrágiles, es decir capaces de no romperse y adaptarse a las circunstancias, es una de las capacidades a desarrollar.

El trabajo humano está en plena transformación. Muchas preguntas abiertas hacia adelante. Se impone la necesidad de construir un sistema innovador de trabajo independiente, sin dependencia en organizaciones públicas o privadas. Negarlo es necedad o voluntarismo.

La evidencia muestra que el trabajo independiente crece a tasas mayores que el dependiente. Pero hay mucho por diseñar, reparar y organizar para convertirlo en una fuente de oportunidades masiva y de calidad.

Lo primero es comprender que las fuerzas que lo impulsan son mucho mas que episodios temporales. La constante incorporación de tecnologías en procesos productivos conlleva inexorablemente automatización de tareas.

Se requieren menos horas humanas para producir todo lo que consumimos, pero se generan nuevas tareas cada vez más vinculadas a servicios.

Lo que "hay que hacer" en un trabajo cambia de naturaleza, adopta formas de valor agregado intangible y requiere más carga de habilidades cognitivas y sociales no rutinarias.

Esta lógica "as a service" reduce los incentivos hacia las estructuras de personal bajo nómina y favorece la prestación en formas independientes y flexibles.

Pero hay mucho más: la economía digital amplifica las posibilidades de emprendimientos de pequeña escala; las sociedades son cada vez más complejas y diversas, albergando infinitos segmentos de necesidades a cubrir; las disciplinas y campos de desempeño se recrean y multiplican todo el tiempo (bienestar, educación, prevención, esparcimiento, etc).

La economía de bajo contacto a raíz de la Pandemia dispara el trabajo remoto y por cuenta propia en comunidades más pequeñas y se registra un creciente aspiracional a trabajar con mayor libertad y flexibilidad, especialmente en las nuevas generaciones.

Todo ello converge en mayores incentivos hacia el trabajo en modalidades independientes.

El desafío para la construcción de futuro es llevar todo esto a un sistema de trabajo independiente sensato, progresista y masivo.

El cuentapropismo precario y la llamada gig economy (changas) no tienen por qué ser el principal resultado de semejante movimiento.

Son múltiples las formas de trabajo independiente que podemos regular y promover de forma inteligente: oficios, envíos y encargos, pequeñas tareas, prestaciones basadas en habilidades, profesionales, especialistas en proyectos, emprendedores de negocios, vendedores vía e-commerce y catálogos, etc.

Y debemos hacerlo antes de que los efectos asimétricos de las transformaciones en marcha sigan amplificando la desigualdad social.

Para lograrlo es vital construir acuerdos y estrategias que respondan con éxito a los siguientes desafíos:

- Evangelización: la expansión del trabajo independiente significa un cambio cultural, no puede ser decretado. Promover sus virtudes y posibilidades, asumir sus riesgos y divulgar sus características y opciones es una tarea de amplio y sostenido alcance. Mientras los discursos públicos sigan anclados en la recreación del trabajo industrial tradicional (que no llegará), la tarea será lenta y sinuosa.

- Educación: no hay futuro del trabajo sin expansión y recreación de la educación. Más aún, para capitalizar las tendencias hacia el trabajo independiente. Es determinante acertar en la formación de habilidades técnicas, cognitivas, digitales y emocionales en todos los niveles educativos para empoderar a las personas hacia las oportunidades de desempeño flexible.

- Regulación: independencia laboral no es igual a desamparo. Necesitamos pensar fuera de la caja, superar prejuicios y construir sistemas de organización y protección del trabajo independiente. Nada impide imaginar nuevos mecanismos de seguros médicos, vacaciones y aportes jubilatorios para trabajadores flexibles.

- Organización y sistemas de apoyo: vivir sin sueldos no es cuestión sencilla. Pero hay un mundo de posibilidades para descubrir. Cooperativas, plataformas tecnológicas, nuevas modalidades de empresas, políticas públicas, etc. pueden agregar mucho valor al florecimiento del trabajo independiente de calidad.

Sistemas empáticos y modernos pueden acompañar a las personas hacia ese mundo de mayores riesgos y recompensas.

- Tecnología: como en todos los campos de futuro, no podemos pensarlos sin un inteligente uso de ella. Aplicaciones, dispositivos y conectividad ubicua ayudarán a generar condiciones propicias para el trabajo independiente, en materia de fluidez de prestaciones, arbitrajes entre oferentes y demandantes, medios de transacciones y pagos, reputaciones y desarrollo de clientes, etc.

En Estados Unidos solo el 8.4% del empleo está en el sector industrial y más del 35% de la fuerza laboral ya trabaja en forma independiente. En China, el Marketplace Taobao.com ha potenciado a los comerciantes que producen bienes, productos agrícolas y artesanías, generando más de 1,3 millones de empleos en comunidades rurales.

Mientras que en Argentina, sólo el 23% de trabajadores son no asalariados, y más de la mitad del 77% restante que trabaja en relación de dependencia lo hace en el sector público.

La población económicamente activa es sólo del 38%, lo que significa que casi 18 millones de personas son inactivos (no tienen trabajo ni lo buscan).

Así, la expansión del trabajo independiente será inevitable en Argentina durante los próximos años.

El progreso tecnológico y la innovación económica y social pueden llegar a toda la sociedad y no sólo a minorías mejor equipadas, pero requiere acuerdos y nuevos modelos para el Siglo 21.

El trabajo independiente será parte central de nuestras vidas, pero su calidad e impacto futuro requiere coraje y decisión hoy.

(*) Director del Observatorio del Futuro de la Universidad Siglo 21.